Room Zero Parte 5
. . .
. . .
“¿Dónde estoy?” “¿Quiénes son estas personas?” “¿Por qué me miran así?” “¿Qué es este lugar?” “¿Cómo vine a dar aquí?” “¿Qué sucedió conmigo?” “Ellos…” “Ella…” “ella…” “¿Tú me conoces?” “Yo…”
Aquel cuarto cero sucio, oscuro, para criminales y gentes sin familia, trajo a Candy el recuerdo del pobre de Albert, el cual además de haber sido etiquetado de espía, hubo llegado al hospital y a esa habitación sumamente herido.
Un aspecto no tan similar tenía enfrente. Las fachas sucias y desgarradas del hombre indicaban el tiempo que llevaba así.
Pero a diferencia de aquella ocasión pasada en donde el doctor Lenard preguntó por un apellido y una dirección al haber dicho que ella conocía al paciente y no la supo, Candy, al fijar sus ojos en la humanidad, tembló su corazón y su cuerpo entero al sí saber de inmediato quién era esa persona.
La experiencia ya acumulada —algo contrario a sus primeros años de enfermera—, le permitió a la rubia, pese a sus emociones, controlar estos y comportarse prudentemente.
Sí; debía hacerlo para enterarse qué le había pasado al señor Richard de Granchester y cómo fue que llegó hasta Chicago.
Aparentemente, él también la hubo reconocido y dejó que ella, —primeramente parada a dos pasos de distancia de la puerta—, se acercara a mirarle una vez su rostro y confirmar que efectivamente era el padre de su excompañero de colegio Terruce Graham.
— ¿Candy, lo conoces? — preguntó el doctor Paterson al notar que la rubia le sonreía al hombre que empezaba a derramar lágrimas.
— Lo he visto un par de veces —, ¿acaso Candy mentiría?
— ¿Sabes su nombre?
— En la calle, entre un grupo de indigentes que damos algunas veces comida, oí que lo llamaban… Richard.
Ese nombre, Candy lo pronunció apenas para él que la miraba e igualmente la llamaba:
— Eres Candy.
La rubia volvió a sonreír; y conforme le acariciaba el rostro barbudo y sucio con algunas raspaduras nuevas y costrosas le decía:
— Todo estará bien.
. . . . . . . . . .
Aquella celebración entre Terruce y Alistar fue el inicio de una amistad entre ellos.
¿Amistad o compromiso?
Terruce, de cierto modo, se había conmovido por Stear; y saberlo “su salvación” consiguió que el actor le dedicara un poco más de su tiempo aprovechando el receso teatral que tenía.
Una tarde, ya pasadas algunas y luego de su cotidiana visita a Susana, Graham se digirió a donde el pequeño cuartel instalado en las afueras de la ciudad.
Preguntar por Alistar ya no era necesario. Los militares ahí lo reconocieron desde el primer día, por lo tanto, la reja metálica se abría automáticamente para él.
En el trayecto hacia el interior, un elemento de mayor rango se acercó al visitante para informarle que ese día sería imposible ver a su amigo.
Obviamente, Terruce quiso saber el motivo. Uno lamentable que hacía a Graham sentirse incompetente para ayudar.
— En la mañana tuvo una crisis. Algo mayor que otras veces y tuvieron que sedarlo. No ha vuelto en sí.
Teniendo ese dato, él pidió verlo; sin embargo, recordó que le había dado su palabra al licenciado Tremor de ayudarle a buscar a… sí, su padre, que con el pretexto de verlo actuar, dejó Londres tres años atrás.
No obstante, existía la incógnita de por qué estaba en esas condiciones, mismas que Terruce ignoraba y también las manos en quién su padre se hallaba.
TERRYFIC ROOM ZERO PARTE 6
Última edición por Citlalli Quetzalli el Jue Abr 13, 2023 12:52 pm, editado 1 vez