Room Zero Parte 7
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La actitud cobardona de Neil provocó cuatro cosas en Terruce: Echarse a reír, llenarse de intriga, arrebatar la carta y preguntar qué tanto sabía de su padre.
Éste, tenía aproximadamente tres años de desaparecido.
Graham hacía poco había sido enterado de ello. Un día cualesquiera apareció frente a él el licenciado Tremor y lo puso al corriente.
Acorde a una historia, Richard de Granchester tenía ganas de ver a su hijo y si era actuando mucho mejor. Por varios años se había comportado renuente, pero en su interior crecía el deseo de hacerlo, darle una sorpresa y decirle que gracias a su amiga no le buscó y lo dejó ser para convertirse en lo que ese día ya era: un gran y reconocido actor.
Más que convencido de una decisión tomada y sin dar aviso alguno a su familia, Richard empacó y se embarcó.
Nueva York era regularmente visitada por él, por lo tanto, no era necesario que alguien lo esperara.
No obstante, a su desembarco y al estar caminando por el muelle en busca de un servicio de taxi, se aprovechó el ruido cotidiano de la ciudad y el arremoline de la gente para interceptarlo y llevarse al noble por agua y tierra a lugares por él desconocidos.
Durante el primer año de cautividad, Richard, —sin poder ver el rostro de alguien—, por éste hubo sido muy bien tratado. En el segundo, cambió su suerte. La comida y el agua empezaron a escasear. Él a adelgazar y perder fuerzas.
Así llegó el tercer año, y con ello la fatalidad al abandonarse al rehén, que con gritos desesperados, supo que lo habían dejado solo.
De momentos, Richard perdió las esperanzas y se dejaba abatir. Sin embargo, al acordarse de su hijo, se llenaba de fuerzas para encontrar la manera de salir de ahí.
Golpeando aquí, tirando acá y rascando allá fue como lo consiguió; y al hallarse libre, la desesperanza volvió a apoderarse de su persona al cuestionarse ¿qué rumbo de la nada tomar? ¿Cuál lo llevaría por el camino correcto para pedir ayuda?
El que finalmente tomara, lo hizo deambular, buscar comida, agua, y olvidarse de lo principal: su primogénito al que se tenía pensado culpar de la desaparición de su propio padre.
A pesar de la desconfianza que Neil representaba para él, Terry preguntaba:
— ¿Cómo conseguiste esto? — se sacudió la carta que incluía un documento original y valioso.
— Te he dicho que tu padre mismo me la entregó.
— ¿Dónde está? — el actor quiso saber.
— En estos momentos ya en las mejores manos.
— ¿Las tuyas? — ironizó el castaño que no tenía buenos recuerdos del trigueño.
— ¡No! Bueno, sí — al ser también un buen discípulo de Hipócrates.
— ¿Fuiste tú el responsable de la cautividad de mi padre?
— ¡Oye, ¿qué te pasa?! ¡¿Cómo se te ocurre eso?! — se espantó Neil y a la vez se sintió ofendido.
— Se me ocurre porque…
— Entre tantas cosas que se me pidieron hacer, Richard sugirió que te preguntara si conoces a un tal licenciado Tremor.
— ¿Por qué? — Terruce inquirió. Y Neil contaría lo confidencialmente contado:
— Acorde a tu padre, él estaría confabulado con… tu familia.
— ¡¿Con quién?! — preguntó un indignado Terry que de antemano sabía no la tenía.
— Bueno, de su familia. Su esposa, sus hijos.
— ¿Ellos están detrás de esto? — Graham se sorprendió un tanto.
— Tu padre no tiene más en quién dudar. Tú ignorabas que él vendría, aunque dice que ellos también, así que, la pregunta sería ¿cómo lo supieron? Nunca te pidieron rescate, ¿cierto?
— No — dijo Terry muy seguro.
— Entonces, ahí otra incógnita. ¿Por qué no?
— ¿Porque no querían dinero?
— ¿Para qué si ya tenían asegurado el de tu papá?
— Neil…
— No me crees, ¿verdad?
— Tú mejor que nadie lo sabe.
— Terruce, yo con gusto te contaría lo que he vivido los años en que no nos hemos visto, sin embargo, puedo asegurarte estoy diciendo la verdad y para confirmarla puedes venir a Chicago. Tu padre está en el hospicio San José donde trabaja Candy.
— Neil… — volvió a decir un confundido Terruce que por dentro le palpitaba muy fuerte el corazón ante esa posibilidad.
— La sigues amando, ¿cierto?
— Eso… no te incumbe.
— Tienes razón. En fin, yo ya cumplí con mi misión. Lo demás, está en tus manos. Gusto saludarte, Granchester.
Con su despedida, Neil emprendió su andar. Pero dados dos pasos, Terry lo llamó.
Legan se detuvo para atender.
— ¿Sabes algo de Stear? — Terry lo lanzó por lanzar.
— Claro. Lleva años en el camposanto.
— ¿Estás seguro?
— ¿A qué te refieres?
— A que si lo viste.
— Los militares dijeron… ¡¿No lo está?! — cuestionó un espantado Legan y sintiendo escalofríos por todo su cuerpo.
¡¡Millón de gracias!!
ROOM ZERO PARTE 8 TERRYFIC
Última edición por Citlalli Quetzalli el Sáb Abr 15, 2023 3:41 pm, editado 1 vez