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Room Zero Parte 12
by
Lady Graham
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Lady Graham
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Todavía dentro de las inmediaciones del hospicio pero escondido detrás de un árbol, Harper, tercer hijo de Richard de Granchester, desde ahí observaba la figura de su hermano mayor.
Por su manera de caminar, Harper aseguraba la molestia en el castaño, el cual, a sus espaldas traía a un moreno de gafas que lo llamaba y le pedía esperarlo.
Con la menor intención de hacerlo, Terry siguió su andar; sin embargo, luego de cruzar la puerta de salida, se detenía para decir:
— Lo siento, Alistar. No puedes venir conmigo. Allá dentro está parte de tu familia y…
— Lo siento, Terry. No tengo intenciones de quedarme con ella. Iré contigo adonde tú vayas.
— Stear, no quiero arriesgarte. Tengo un problema grave y…
— Te ayudaré en lo que sea posible. Seré tu guardaespaldas. Sí, ahora que lo pienso no tienes uno.
— Porque no lo necesito; además…
— ¿No cobras tanto como para pagarlo?
— Digamos que me gusta que la gente me vea y se acerque a mí sin problema alguno.
— Sobre todo las chicas, sinvergüenza.
— Stear, por favor — dijo Terry no habiéndole causado ninguna gracia su broma.
— Está bien. Voy a comportarme, pero no me pidas que me quede aquí.
Entendiendo que no se lo quitaría fácilmente de encima, Terry resopló resignadamente y acordó que fuera con él.
— Yo manejo — dijo Alistar aprovechando que tenía las llaves consigo.
— Está bien. Llévanos a un hotel. Necesito un baño, descansar y regresar adonde mi padre.
En el pasado, hubiera sido muy difícil que Terry confiara en Legan. Y aunque no alcanzara a pedírselo, sabía que tanto su progenitor como Candy estarían bien hasta que él volviera, pese a que llegada la madrugada, el licenciado Tremor se unía con Harper.
Durante ese lapso de tiempo, Candy —que se quedara contrariada ante la actitud de Stear y su inesperada huida—, hubo escuchado de Neil lo poco que su primo le contara en un camino.
— Lo que entendí es que Alistar buscó a Terry. Terry no sabía que Alistar estaba en Nueva York, sino hasta una noche que fuera la última representación de obra de Granchester, y eso no tendrá mucho tiempo.
— ¡Oh Dios! — la rubia exclamó debido a la vergüenza que sentía en ese momento.
— Ya. Ya pasó, mi impulsiva atolondrada prima — Neil la consolaba palmándole la espalda.
— Es que, Neil…
— Sí, yo entiendo. Te emocionó verlo.
Conforme Candy asentía positivamente con la cabeza, decía:
— Desde que Richard cayó aquí sabía que tarde o temprano lo vería.
— ¿Y planeaste golpearlo como reencuentro?
— Me molestó mucho saber que él sabía de Alistar cuando nosotros ¡por años! lo creímos muerto.
— Pero hay que pensar que quizá Stear se lo pidió. Tú misma acabas de ver que lo prefirió.
— Sí… tal vez así fue.
— Además, Candy, no niego que era una muy buena excusa de Terry para volver acercarte a ti. ¿Le hubieses creído si te lo contaba por medio de una carta?
El silencio de la rubia conseguía que Neil dijera:
— Insisto, eres atolondrada e impulsiva. Pero bueno, ahora quiero contarte que quiero aprovechar la presencia de Granchester.
— ¿Para qué?
— Para que visite a Eliza.
— Tendrías que pedírselo.
— Ah claro que sí. Le diré que favor con favor se paga.
— Ajá — contestó Candy con desgano. Luego le indicó a su primo que iría a visitar al señor Ritz que seguía dormido.
Para corroborar que efectivamente lo hacía, la enfermera tomó signos vitales. Acto seguido, se sentó a un lado del paciente y simplemente se le quedó mirando.
Unos minutos después, se dispuso a salir de la habitación 103 para visitar la 102.
Como Terry lo encontrara, así seguía Richard: sentado, sosteniendo un libro y con los ojos cerrados.
Para esa hora, la merienda ya tenía rato de haber sido servida; y la de esa paciente yacía intacta.
Entrometida de nacimiento, Candy se preguntaba sobre la plática sostenida entre padre e hijo.
— Ahora que lo recuerdo, no se veía molesto cuando salió de aquí. Eso quiere decir…
— ¿Candy?
— Oh, Richard. Perdón. Lo desperté — sí, porque hubo hablado en voz alta.
— No. Solamente descansaba.
— No cenó, duque — Candy señaló los alimentos proporcionados.
— ¿Puedo hacerlo ahora?
— Estará ya frío.
— No, no importa — el hombre contestó impidiendo se agarrara la charola. — Me acostumbré a tomar las cosas como estuvieran.
— Sí, puedo entenderlo.
— ¿Viste a mi hijo?
— Sí; de hecho, a los dos. Y aprovecho para preguntarle, ¿dejo pasar a su hijo menor mañana a la hora de visita establecida?
— Harper es su nombre.
— Muy bien. ¿Lo hago?
— No. Solo me interesa ver a mi hijo Terruce.
— Entendido.
— Si mi familia te causa problemas, él los resolverá.
— Claro.
— Me preguntaba, Candy.
— ¿Qué, señor?
— ¿Bastará la carrera de mi hijo para ser completamente feliz?
— Bueno, eso…
— ¿Tú lo eres siendo enfermera y atendiendo a los demás?
— La mayor parte del tiempo, señor, lo soy.
— ¿Y qué sucede con la otra parte?
— En esa… prefiero no pensar.
— Oh, entiendo — concluyó el duque, y optó concentrarse en tomar los fríos alimentos.
Comprendiendo y no haciéndole mucho caso al resultado de la plática, Candy, silente pero sonriente, se dispuso a ayudarle al paciente.
Terminada la ingesta, Richard pedía no ser puesto en la cama.
— No puede desvelarse.
— No, no lo haré. Ahora que vi a mi hijo, estoy seguro dormiré tranquilamente. Solo pensaba…
— ¿En qué, Richard?
— ¿Puedo leerte algo? Neil me consiguió un libro y…
— Por supuesto — dijo Candy; y en la silla que Terry ocupara, se sentó, trayéndole a ella recuerdos de cuando este último, en los tiempos de colegio y en un verano especial, le declamara deliciosos versos shakesperianos.
ROOM ZERO PARTE 13 TERRYFIC
Última edición por Citlalli Quetzalli el Sáb Abr 22, 2023 3:09 pm, editado 1 vez
debería poner guardia con el Duque 
