Room Zero Parte 6
by
Lady Graham
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Lady Graham
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Una vez más, la habitación 102 era ocupada; y esa fresca mañana, por su puerta entraba Candy y compañía, la cual le ayudaba a cargar una charola plateada con medicamentos, mientras que la rubia llevaba el desayuno.
Gracias a su dedicación y su puesto, ella pudo instalar ahí al duque de Granchester.
Lastimosamente, éste, —en los últimos tres días—, había presentado altas temperaturas, y con ello, delirios.
— ¿Qué está diciendo hoy? — preguntó Neil.
Él, todavía con su carga, se hubo acercado hasta el paciente que yacía en cama, y acercó su oído para intentar prestar atención.
— No se le entiende todavía muy bien qué dice — respondió Candy.
— ¿Y tú? — inquirió el trigueño.
— Yo ¿qué? — contestó occisamente la enfermera.
— ¿Has decidido qué hacer? — el enfermero fue más claro. — Ya se cumplieron dos semanas que está aquí el papá de Terry.
Con lo dicho por Neil, era evidente que Candy le había confiado ese secreto. En sí, hubo sido necesario hacerlo, además de que Richard requería aseo y el trigueño era el más adecuado para ello.
Sin embargo, sí, Candy era muy dedicada con todos los pacientes; lo malo que con éste comenzó a exagerar en sus cuidados; una actitud que despertó las sospechas en Legan, y lógicamente surgió un interrogatorio hasta que logró la confesión de la rubia.
Al escucharlo, Neil incluso se sorprendió con el dato. En sus manos, —porque ya lo bañaba—, estaba la presencia de un reconocido noble de alta alcurnia. Un aristócrata notable que era nada menos que el padre de su archirrival.
Recordados los malos momentos vividos en el colegio a manos del castaño, Legan se llenó de indignación ante el trabajo que hacía.
— ¡Yo bañando al papá de ese pésimo actor! — espetó por lo bajo y quiso abandonar su labor.
En eso, recordó también que ya no era la misma persona y que como Candy había hecho el juramento de cuidar a quienes fueran puestos en sus manos. En Eliza inclusive pensó y continuó aseando al pobre hombre que yacía con cabeza agachada y lloraba quedamente tanto de la pena como de gratitud.
Desde ese día, Neil se unió a procurarlo. Y mayormente cuando el noble, un poco más recuperado, quiso un día hablarle precisamente a él.
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— ¿Qué te dijo? — preguntaba la rubia White al saber que Neil hubo pasado toda una tarde con el duque.
— No mucho. Oye, jefe. ¿Será posible que cuidaras de Eliza un par de días? Yo… debo salir de la ciudad.
— ¿Para hacer qué allá? — inquirió profundamente la enfermera ya que Neil raramente dejaba sola a su hermana.
— Con gusto te lo confiaba, pero no puedo.
— ¡Neil!
— No tiene gravedad, te lo aseguro — dijo en voz alta el trigueño, aunque para su interior sabía que sí al haberle confiado Richard su secreto.
A pesar de haber conseguido un permiso a regañadientes, el trigueño partió a cumplir el encargo especial.
Su misión era para nada sencilla.
En sus manos, el duque de Granchester había puesto una misiva que debía ser entregada personalmente a su hijo. De éste, debía cerciorarse estuviera solo.
— Sí; más le valdría que lo esté, porque si se pone pesado conmigo no quisiera lastimarlo — fanfarroneó para sí el trigueño que nunca una pudo ganarle al castaño.
Gracias al servicio expreso, Neil llegaba a Nueva York algunas horas después.
El teatro era el primer lugar a visitar. Y por suerte, luego de haber preguntado por la estrella actoral y negársele la presencia, al salir por una puerta, Neil se topaba justamente con Terruce.
Las miradas, índigo y marrón, se sostuvieron por cuestión de segundos. Posteriormente, apareció un gesto fruncido, y casi enseguida una voz sí muy varonil, pero llena de dureza al preguntar:
— ¡¿Tú qué haces?!
Cómicamente, el pobre de Neil cerró los ojos, encogió un poco el cuerpo al estar seguro lo golpearían, pero al mismo tiempo extendía la misiva y decía:
— ¡Es para ti de parte de tu papá el duque! ¡Léela primero y después te diré qué más me ha dicho!
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ROOM ZERO PARTE 7, TERRYFIC
Última edición por Citlalli Quetzalli el Vie Abr 14, 2023 3:50 pm, editado 1 vez