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SI ELLA SUPIERA
CAPÍTULO 12
—¿Cuántos años tiene tu hija? Albert preguntó con una sonrisa, Candy lo miro sorprendida observando que la pequeña no le quitaba la mirada de encima. Observaba cada detalle que hacía con el ceño fruncido, y se dió cuenta que también miraba a Terry.
— Pronto cinco —respondió Terry—. Va a empezar la escuela este otoño.
—Tiene mucho de ti.— Volvió a decir Albert, Candy supo que su amigo también se había dado cuenta que la pequeña no había dejado de estudiarla. Seguramente la pequeña no estaba contenta del comportamiento de su progenitor. Sería mejor alejarse, pero como voy a poder alejarme?
— Si, lo mismo dicen mis padres.
—¿Cómo están tus padres? —pregunté de pronto—. Hace años que no se de ellos.
—Están bien. Mi padre se jubilará el año que viene.
—¿A, si ?
—Sí. Ha trabajado toda la vida. Me dijo que quiere viajar por el mundo. Mamá no quiere ni oír hablar de eso, claro, así que seguirá trabajando en la jardinería hasta que a mi padre se le pase el capricho.
—¿Todavía le gusta cuidar de las flores? Recorde el cuidado que Elynor Grandchester dedicaba a cada flor que se encontraba frente an ella.
—Claro. Tanto mi padre como mi madre estan en el mismo camino. Eso ya no se da en nuestros días.
–¿Y tú? ¿Aún trabajas para el corporativo Stanford ? Me sentía tan relajada que olvide en dónde estábamos, olvide que Albert estaba conmigo, era como si no hubiera cambiado nada entre Terry y yo. Podia pasarme horas hablando con Terry.
—Me halaga que te acuerdes, pero no, lo dejé para instalarme por mi cuenta.
—¿Y cómo te va?— Pregunté.
—Más o menos —Me parecía que su respuesta era una manera evasiva.
—Qué bien. Me acuerdo de que siempre decías que querías montar una empresa.
—Entonces era joven y tenía otros planes. Terry sonrió con un brillo en los ojos. Me sentía cautivada cada vez que él me miraba así, y volvió el recuerdo.
—Es curioso por dónde nos ha llevado la vida desde que nos conocimos, ¿no? —pregunte recordando y suspirando.
—Claro que entonces éramos unos críos.
—No. Yo era una cría, pero tú no .
—¿Que no? —replicó, sonriendo—. Bueno, desde el punto de vista cronológico, ya tenía edad para votar, pero yo recuerdo más de una extravagancia juvenil. El recuerdo cobró vida en mi memoria. Habíamos planeado un futuro juntos.
—Yo siempre pensé que tú eras él sensato.
—Por eso nos llevábamos tan bien. Me encogí de hombros.
—Bueno, hasta que acabó. Y ahora estamos aquí. Cada uno con su vida. —Dije desviando mi mirada de él.
—¿Cómo va eso? Su pregunta me tomo desprevenida, por que no supe a qué se refería.
—¿Como profesión te refieres? ¿O cómo acabé dedicándome a la abogacía?
—Ambas cosas. Yo sabía que te apasionaba la abogacía, decías que pensabas acabar el máster y ponerte a trabajar de defensora pública para la corte.
—Fue cuestión de suerte. Cuando tú y yo rompimos, me quedé un poco trastocada y durante una temporada no hacía nada. Así sacaba todo el dolor y la angustia que sentía, volcándolo en los estudios. Ni siquiera estaba muy segura de que tuviera algún propósito. Poco tiempo después, conocí a Albert y mi vida reanudó su curso. Un día.. Sin pensarlo mucho me di cuenta de que había logrado mi sueño en cuanto a mi carrera .
—Eres afortunada, sin olvidar que eres una mujer inteligente —dijo.
—Sí, fue una cuestión de suerte.
—Fue algo más que suerte. De todas maneras, me hace sentir mal.
—¿Por qué?
—Porque yo fui el causante de todo ese dolor y esa angustia. Lo que te hice sigue siendo lo que más lamento en mi vida.
—Ya te disculpaste por eso hace mucho tiempo– contesté. Era un tema que no quería llevar acabo. Mucho menos en compañía de Albert, y de paso, su hija.
Terry
Desearía ser capaz de perdonarme a mí mismo y olvidar las cosas; pero, si realmente quería cambiar, ¿por qué no lo hacía? Analizar, darle vueltas a las cosas…
Candy.
Odiaba reducir mi encuentro con Terry a esa clase de juego. Me parecía un enfoque tan desfasado, como si jugara a psicoanalizarnos, un cúmulo de palabras y acciones que podían significar algo o nada… No, mejor dicho, sí que significaban algo. Y ahí radicaba precisamente el problema. Sin embargo, en el fondo, Me daba cuenta de que no mentía cuando admitía que lo quería. Si algo la empujaba a seguir adelante era precisamente el amor. Pero… Él no era un hombre libre. Él me engaño con otra mujer, se había casado y tenía una hija de la mujer que fue mi sustituta. Como podría no guardar resentimiento hacia él. Como su corazón podía seguir negándose a sacarlo definitivamente. Soy tan tonta. Lo que pasa es que ni siquiera ahora me arrepiento de haberlo conocido Mi mirada se dió con la de Terry, y recorde lo bueno que era para leerme,. Terry hizo un gesto que, de repente, se había vuelto dulce.
Aunque hubiera sabido que te sufriría por tú traición, me habría casado contigo, si me lo hubieras pedido. Aunque hubiera sabido que solo estaríamos juntos tres años, no cambiaría esos años por nada en el mundo. Sí, habría sido maravilloso haber envejecido a tu lado, pero eso no significa que me arrepienta del tiempo que pasamos juntos. Amar a alguien y ser correspondido es lo más maravilloso de la vida. Ese sentimiento es el que me permitió seguir adelante…, pero tú no pareciste entenderlo. «No entendiste lo maravilloso que es amar a alguien y que ese alguien corresponda a tu amor.»
Terry .
Dios mío. Sentí una desagradable sequedad en la garganta cuando recordó la primera noche que hicimos el amor. Por más que lo negara, sabía que continuaba enamorado de ella. Así que, ¿por qué la había traicionado? Y lo más importante, ¿por qué había obviado sus propios sentimientos con el objetivo de apartarla de su lado?
—No fue por ti. — solte de pronto.
Candy.
El sonido de su voz despertó en Candy un cúmulo de emociones: amor y alegría, dolor y rabia, la soledad y la desesperación que había sufrido en silencio la invadieron. Durante mucho tiempo había esperado oír aquellas palabras. Durante largos años se había sentido privada de algo que otros daban por sentado, una simple aclaración de por qué el había traicionado su amor. No se veía con fuerzas para volver a pasar por el mismo mal trago. Necesitaba alejarse de él. Por que tenía que aparecer nuevamente en su vida. Está casado, tiene una hija. Él, no puede volver a mí. Él no es mío, Nunca lo fue. La cabeza comenzó a dolerme, Todo esto era mucho por a similar, Necesitaba salir de aquí.
— Disculpen, caballeros. Tengo un asunto que olvide resolver y que no puede esperar. Sali de la mansión del juez, Sin despedirme de él, no tardará en llamarme, pero no puedo volver a la reunión. Me importa muy poco si era en mi honor.
Continuará...
CAPÍTULO 12
—¿Cuántos años tiene tu hija? Albert preguntó con una sonrisa, Candy lo miro sorprendida observando que la pequeña no le quitaba la mirada de encima. Observaba cada detalle que hacía con el ceño fruncido, y se dió cuenta que también miraba a Terry.
— Pronto cinco —respondió Terry—. Va a empezar la escuela este otoño.
—Tiene mucho de ti.— Volvió a decir Albert, Candy supo que su amigo también se había dado cuenta que la pequeña no había dejado de estudiarla. Seguramente la pequeña no estaba contenta del comportamiento de su progenitor. Sería mejor alejarse, pero como voy a poder alejarme?
— Si, lo mismo dicen mis padres.
—¿Cómo están tus padres? —pregunté de pronto—. Hace años que no se de ellos.
—Están bien. Mi padre se jubilará el año que viene.
—¿A, si ?
—Sí. Ha trabajado toda la vida. Me dijo que quiere viajar por el mundo. Mamá no quiere ni oír hablar de eso, claro, así que seguirá trabajando en la jardinería hasta que a mi padre se le pase el capricho.
—¿Todavía le gusta cuidar de las flores? Recorde el cuidado que Elynor Grandchester dedicaba a cada flor que se encontraba frente an ella.
—Claro. Tanto mi padre como mi madre estan en el mismo camino. Eso ya no se da en nuestros días.
–¿Y tú? ¿Aún trabajas para el corporativo Stanford ? Me sentía tan relajada que olvide en dónde estábamos, olvide que Albert estaba conmigo, era como si no hubiera cambiado nada entre Terry y yo. Podia pasarme horas hablando con Terry.
—Me halaga que te acuerdes, pero no, lo dejé para instalarme por mi cuenta.
—¿Y cómo te va?— Pregunté.
—Más o menos —Me parecía que su respuesta era una manera evasiva.
—Qué bien. Me acuerdo de que siempre decías que querías montar una empresa.
—Entonces era joven y tenía otros planes. Terry sonrió con un brillo en los ojos. Me sentía cautivada cada vez que él me miraba así, y volvió el recuerdo.
—Es curioso por dónde nos ha llevado la vida desde que nos conocimos, ¿no? —pregunte recordando y suspirando.
—Claro que entonces éramos unos críos.
—No. Yo era una cría, pero tú no .
—¿Que no? —replicó, sonriendo—. Bueno, desde el punto de vista cronológico, ya tenía edad para votar, pero yo recuerdo más de una extravagancia juvenil. El recuerdo cobró vida en mi memoria. Habíamos planeado un futuro juntos.
—Yo siempre pensé que tú eras él sensato.
—Por eso nos llevábamos tan bien. Me encogí de hombros.
—Bueno, hasta que acabó. Y ahora estamos aquí. Cada uno con su vida. —Dije desviando mi mirada de él.
—¿Cómo va eso? Su pregunta me tomo desprevenida, por que no supe a qué se refería.
—¿Como profesión te refieres? ¿O cómo acabé dedicándome a la abogacía?
—Ambas cosas. Yo sabía que te apasionaba la abogacía, decías que pensabas acabar el máster y ponerte a trabajar de defensora pública para la corte.
—Fue cuestión de suerte. Cuando tú y yo rompimos, me quedé un poco trastocada y durante una temporada no hacía nada. Así sacaba todo el dolor y la angustia que sentía, volcándolo en los estudios. Ni siquiera estaba muy segura de que tuviera algún propósito. Poco tiempo después, conocí a Albert y mi vida reanudó su curso. Un día.. Sin pensarlo mucho me di cuenta de que había logrado mi sueño en cuanto a mi carrera .
—Eres afortunada, sin olvidar que eres una mujer inteligente —dijo.
—Sí, fue una cuestión de suerte.
—Fue algo más que suerte. De todas maneras, me hace sentir mal.
—¿Por qué?
—Porque yo fui el causante de todo ese dolor y esa angustia. Lo que te hice sigue siendo lo que más lamento en mi vida.
—Ya te disculpaste por eso hace mucho tiempo– contesté. Era un tema que no quería llevar acabo. Mucho menos en compañía de Albert, y de paso, su hija.
Terry
Desearía ser capaz de perdonarme a mí mismo y olvidar las cosas; pero, si realmente quería cambiar, ¿por qué no lo hacía? Analizar, darle vueltas a las cosas…
Candy.
Odiaba reducir mi encuentro con Terry a esa clase de juego. Me parecía un enfoque tan desfasado, como si jugara a psicoanalizarnos, un cúmulo de palabras y acciones que podían significar algo o nada… No, mejor dicho, sí que significaban algo. Y ahí radicaba precisamente el problema. Sin embargo, en el fondo, Me daba cuenta de que no mentía cuando admitía que lo quería. Si algo la empujaba a seguir adelante era precisamente el amor. Pero… Él no era un hombre libre. Él me engaño con otra mujer, se había casado y tenía una hija de la mujer que fue mi sustituta. Como podría no guardar resentimiento hacia él. Como su corazón podía seguir negándose a sacarlo definitivamente. Soy tan tonta. Lo que pasa es que ni siquiera ahora me arrepiento de haberlo conocido Mi mirada se dió con la de Terry, y recorde lo bueno que era para leerme,. Terry hizo un gesto que, de repente, se había vuelto dulce.
Aunque hubiera sabido que te sufriría por tú traición, me habría casado contigo, si me lo hubieras pedido. Aunque hubiera sabido que solo estaríamos juntos tres años, no cambiaría esos años por nada en el mundo. Sí, habría sido maravilloso haber envejecido a tu lado, pero eso no significa que me arrepienta del tiempo que pasamos juntos. Amar a alguien y ser correspondido es lo más maravilloso de la vida. Ese sentimiento es el que me permitió seguir adelante…, pero tú no pareciste entenderlo. «No entendiste lo maravilloso que es amar a alguien y que ese alguien corresponda a tu amor.»
Terry .
Dios mío. Sentí una desagradable sequedad en la garganta cuando recordó la primera noche que hicimos el amor. Por más que lo negara, sabía que continuaba enamorado de ella. Así que, ¿por qué la había traicionado? Y lo más importante, ¿por qué había obviado sus propios sentimientos con el objetivo de apartarla de su lado?
—No fue por ti. — solte de pronto.
Candy.
El sonido de su voz despertó en Candy un cúmulo de emociones: amor y alegría, dolor y rabia, la soledad y la desesperación que había sufrido en silencio la invadieron. Durante mucho tiempo había esperado oír aquellas palabras. Durante largos años se había sentido privada de algo que otros daban por sentado, una simple aclaración de por qué el había traicionado su amor. No se veía con fuerzas para volver a pasar por el mismo mal trago. Necesitaba alejarse de él. Por que tenía que aparecer nuevamente en su vida. Está casado, tiene una hija. Él, no puede volver a mí. Él no es mío, Nunca lo fue. La cabeza comenzó a dolerme, Todo esto era mucho por a similar, Necesitaba salir de aquí.
— Disculpen, caballeros. Tengo un asunto que olvide resolver y que no puede esperar. Sali de la mansión del juez, Sin despedirme de él, no tardará en llamarme, pero no puedo volver a la reunión. Me importa muy poco si era en mi honor.
Continuará...
Última edición por Jill Valentine el Mar Abr 18, 2023 10:11 pm, editado 1 vez
