ANHELOS
La cálida mañana me despierta con los rayos del sol acariciando mi cara y mis ojos se abren al sentir el beso que Terry me da en los labios.
—Feliz cumpleaños Pecosa — Me dice antes de que la puerta se abra y nuestro pequeño torbellino entre y se arroje entre las sábanas, yo la recibo con un fuerte abrazo.
Ambos cantan para mí y esta vez es Terry Jr. quién entra con una tarta que seguramente Meredith horneo muy temprano.
—Mamá, ¿te gustaron las rosas? —pregunta al tiempo que me da un beso en la mejilla.
—No las ha visto, mamá acaba de despertar —responde Katy, me jala de la mano para que me ponga en pie y entonces veo el equipaje que dejamos listo en la anoche para nuestro viaje a Escocia, decorado con muchas rosas, en el centro de cada ramillete hay una dulce Candy, y a su alrededor rosas blancas y en color rosa, iguales a las del jardín de Anthony.
Observo a Terry y él abre sus ojos con una clara advertencia, que finja felicidad delante de mis hijos.
—Oh, son muchas y... hermosas —mi voz se quiebra y escucho a Terry suspirar.
—Candy —me llama, pero el tono de su voz tiene un tinte amenazador, me quedo estática mientras Jr, me abraza y reprende a Katy.
—Te lo dije, a mamá no le gustan las rosas. Ella prefiere los narcisos.
—Pero estas son tan hermosas, yo misma las escogí para ti, mamá. El abuelo William fue mi cómplice y él las envió a petición mía. Perdón por hacerte llorar.
—Y falta que veas el resto —agrega Jr.
—Bajemos a desayunar —Terry me seca las lágrimas y me besa en la frente— me desperté muy temprano a prepararte omelette, tus favoritos, los rellené con jamón y queso— me guiña y yo me dejo guiar por mis tres amores.
Mi corazón da un vuelco al ver el pasamanos de la escalera adornado con rosas, decenas de ellas, en diferentes colores y un ramo enorme de dulces Candy en un jarrón frances de porcelana.
—Obsequio de Albert —murmura Terry—. Vamos, la comida se va a enfriar —ahora es Terry el que me abraza.
Desde que la tía abuela murió, mi cabeza no ha podido descansar. George me informó que tenía que estar presente en la lectura del testamento.
—Hay una carta para ti —fue lo único que me dijo Albert.
Para Candice
Candy, solo le pido a Dios que él pueda perdonarme, porque sé que tú no lo harás.
Mi niña Rosse Mary estaba feliz con la noticia que el doctor Campbell le dio dos meses después de que Vicent partió al viejo continente.
Los malestares que la aquejaban ella con alegría los enfrentaba.
8 semanas de gestación, fue el diagnóstico del doctor. Mi niña estaba tan feliz, que le envió una carta a Vicent, pero tardó un par de meses en recibir respuesta, él no prometía llegar al alumbramiento debido a que un nuevo destino le fue asignado y tenía que navegar por varios meses, prometiendo que en cuanto regresara al puerto de Nueva York, tomaría el primer tren a Chicago para conocer a su nuevo hijo.
Pero las cosas se complicaron, ese embarazo le robó la salud a mi niña. Rosse para mí fue como la hija que nunca tuve, yo la cuidé cuando era una bebé y la crie a ella y a William cuando su madre faltó. Ver a Rosse tan desmejorada me estrujaba el corazón, finalmente, cuando hubo llegado la hora de dar a luz, el llanto fuerte de una bebé inundó la habitación. Yo recibí a la hermosa criatura en mis brazos con verdadera felicidad.
—¡Oh, Rosse!, mira qué hermosa niña has parido. Es igual a ti, tiene tus ojos, que belleza.
Pero mi Rosse no me respondió, solo formó una sonrisa en sus labios y sus ojos se cerraron para siempre. El doctor intentó en vano reanimar el débil cuerpo de Rosse Mary. Y me llené de dolor y odio cuando la declaró sin vida, en mi dolor culpé a la recién nacida de la partida de mi niña.
—¡George, George! —le llamé con desesperación al fiel hombre que me alcanzó en el pasillo que daban a las escaleras.
—Señora, dígame.
—Llévatela, no quiero volver a ver nunca a esta asesina.
George abrió los ojos con sorpresa, él estaba enamorado de Rosse, yo me di cuenta de su enamoramiento mucho antes de que Rosse Mary se casara con Vicent, pero mi niña solo tenía ojos para Brower, su gran amor desde que era una niña. No le di tiempo a George de digerir la muerte de la mujer que amaba en secreto.
—Pero... Usted no puede hablar en serio. Es una Ardlay —replicó como si yo no lo supiera.
—¡Que te la lleves he dicho! Échala al río si así lo quieres, o déjala que muera a su suerte en el bosque. O haz con ella lo que quieras, solo aléjala de mi presencia.
—Pero Vicent, él vendrá... Qué le dirá a él y a todos los que pregunten por la criatura. Señora, creo que debe descansar, ya que no está actuando con lucidez.
—Si no te la llevas, entonces yo misma me desharé de ella —me tuve que sostener del pasamanos, porque mis rodillas se doblaron y mi corazón dolía como nadie puede imaginarlo.
Meses después, cuando Vicent llegó, le dije que Rosse y su hija habían muerto. Aunque sentí remordimiento cuando el pobre hombre se derrumbó a llorar en el mausoleo, pidiendo misericordia de su dolor al creador, yo solo pude respirar con fuerza y dejar caer las lágrimas por los alaridos de Vicent que se aferraba a su hijo en un abrazo, pues era muy tarde para arrepentirme de lo que hice.
Anthony era muy pequeño para darse cuenta de lo que en realidad pasó. Él nunca vio a su hermana y creyó que su madre se fue de este mundo por una grave enfermedad.
La herida en mi corazón por la muerte de Rosse Mary nunca sanó, pero me consolaba la presencia dulce de Anthony. Por eso cuando los Leagan se hicieron cargo de una huérfana del Hogar de Pony, sentí que la pesadilla de la que me deshice años atrás estaba frente a mí. Eran inconfundibles esos ojos verdes como el bosque, iguales a los de mi querida Rosse Mary, sus finos rasgos, su sonrisa, el carácter dulce de Anthony, los rizos iguales a los de su abuelo William y la actitud aventurera de Vicent.
George no pudo negarlo, me confesó que no tuvo el valor de abandonar a su suerte a la niña y la abrigó bien, para luego dejarla bajo un enorme árbol afuera del orfanato en una canasta junto con la muñeca que le había comprado en uno de los viajes que hizo a Pittsburgh. El carrito de madera que compró, al no saber si sería niña o niño la criatura que Rosse llevaba en su vientre, se lo obsequio a Anthony.
Está claro que no podemos escapar de nuestro destino, y tú, Candice. Eres esa niña, una Ardlay de sangre, una legítima Ardlay.
Escuchar la lectura de esa carta, me destrozó el corazón. Ese mismo día fui al mausoleo de los Ardlay y perdoné a la tía abuela, no la puedo juzgar, el corazón de cada persona reacciona de diferentes formas al dolor, y aunque el de ella fue algo cruel, me siento agradecida porque gracias a la tía Elroy conocía a mis dos madres, a mis hermanos de crianza, y eso jamás lo cambiaría; pero al mismo tiempo pienso en Anthony, mi hermano, yo hablé con él muchas veces, baile con él y confundí el cariño con amor.
Desde entonces pienso mucho en Rosse Mary, mi madre. Observo su pintura todo el tiempo, Albert me obsequió uno de los cuadros y yo le pedí a Terry que lo colocara en la sala, y cuando Archie se enteró me dio un pequeño retrato de Anthony, vestido con el Kilt Escocés.
Anthony, el dulce niño que tanto quise, pero ahora sé que era un amor fraternal, a nuestra tierna edad ninguno de los dos comprendía lo que sentíamos, sin saber que era el llamado de la sangre, ese que a pesar de todo es indestructible. Ahora entiendo que fue esa misma conexión la que hizo a Anthony y a mis primos que le pidieran a Albert que me adoptara. Esas son mis conclusiones.
Pero lo que realmente lamento, es que no aproveché a mi hermano cuando lo tuve. Anhelo volver a esos días, solo para poder abrazarlo y decirle cuanto deseo que se quede a mi lado, gritarle con todas mis fuerzas que yo soy su hermana, llenarlo de besos, hacerle cosquillas y correr a su lado por el jardín de mamá.
—Señor —musito, hincada junto a la cama— si solo pudiera regresar un día al pasado —suspiro al darme cuenta de la locura que estoy pidiendo. Terminé la plegaria y me fui a la cama a dormir.
El verde bosque es iluminado esplendorosamente por los rayos del sol. Yo corro detrás de Anthony, riendo al sentir las caricias de la yerba rozando mis pies.
—¡Anthony, espera, espera! No tengo tanta condición como tú.
Anthony me sonríe ampliamente y se detiene a esperarme. Por fin logro alcanzarlo y lo veo tan fresco y risueño, él sigue siendo un adolescente y yo soy una mujer madura. Veo nuestro reflejo en el lago que nos recibe con su brisa refrescante y grito al viento:
“Qué feliz soy”
—Sabes, Candy, yo siempre supe que a nosotros nos unía algo muy fuerte. Eres igual a mamá.
—¡Anthonyyy! —la voz melodiosa de una mujer se escucha a lo lejos. Mi hermano se pone en pie.
—Es ella, nuestra madre —me dice levantando su mano para que ella nos vea— ¡Por acá, mamá!
Mi corazón salta de emoción y mis ojos se humedecen al verla correr hacia nosotros.
—Madre, ella es Candy.
—Sé quién es —la dulce mujer me sonríe y me acaricia la cara— es mi niña.
Mi madre me envuelve en sus brazos y yo siento una paz en mi interior. Es tan real, que me lleno con su aroma y acaricio su tersa piel y así, abrazada a ella, el día transcurre entre risas y juegos, Anthony me invita a cortar rosas de su jardín, besamos los pétalos antes de soltarlos en la fuente que rodea la mansión Ardlay, de nuevo estamos en el lago y esta vez, humedezco mis pies junto a Anthony en el lago y mi madre me abraza y me besa. Oh, que bien se sienten los besos de mamá.
El sol se está apagando y yo no quiero que se acabe, me siento tan bien con ellos, de pronto la melodía de una armónica se escucha a la distancia. Me pongo de pie, en busca del dueño de la triste melodía que conozco muy bien.
—¡Es Terry! —le digo a mamá, ella asiente y me abraza.
—Anda, ve con él, dale un beso a Katy y Jr. de mi parte.
Me estremezco, pues no sé si volveré a verlos, estoy en un dilema, no quiero estar sin ninguno de ellos, si solo pudiéramos estar todos juntos. Es tan difícil separarme de ellos, pero las risas de mis hijos y la de Terry me llaman y no puedo evitarlo. Le doy un beso a Anthony y a mamá y me voy corriendo con mi familia. Despierto con una sonrisa, anhelando que en la noche pueda soñar con ellos otra vez.
Fin
Última edición por Lady Ardlay el Dom Abr 23, 2023 8:39 pm, editado 2 veces