CAPÍTULO XVIII INGENUIDAD
Stear bajaba las escaleras cuando se encontró con su hermano. — ¡Te andaba buscando! — Exclamó Archie. — ¡Yo también! — ¿Has visto a Candy? Pensé encontrarla en los jardines, pero no, ¡No sé dónde se ha metido! — ¡Justo la acabo de dejar en su habitación! Estuve platicando con ella, ¡Archie, no se siente bien! ¡Todo esto del compromiso y la acelerada boda la tiene mal! — ¡A mí también Stear!, pero no por lo adelantado, sino porque no sé qué puede pasar, ¡No he encontrado la manera de recuperar mí diario! — ¡Ven vamos al despacho del tío Albert! Ahí podremos hablar más tranquilos. — El recién comprometido siguió a su hermano, esperaba encontrar en él alguna idea para recuperar su tan ansiado diario. — ¡Archie! ¡Es importante que hables con Candy! ¡Ella no quiere casarse! — La cara de Archibald se enrojeció de momento, parecía que lo que le decía su hermano era un insulto. — ¿Por qué sigues con esto Stear? ¿Tú tampoco quieres verme feliz? — ¡Claro que quiero por eso te lo digo! ¡Estás ensordecido, ciego y actúas evadiendo la realidad! ¡Si no hablas con ella y encuentran una manera de parar todo esto, saldrás muy lastimado! — ¡No, definitivamente no! ¡Casarme con ella es lo único que deseo! ¡Entiéndelo por favor! — ¡Archie vuelve a la razón! ¡Ella no te ama! ¡Sigue enamorada de Terry! ¡Si se desposa contigo, no es por amor! — ¡No, tú no me comprendes! ¡Tal vez no me ame como yo, pero haré todo para que me corresponda! — ¡Eres un necio! ¡Lamento que en tú necedad no veas más allá! —
Archie, no quería escuchar nada, inconforme por lo dicho por Stear intentó cambiar la conversación. — ¡Hermano, dejemos eso para después, mejor ayúdame a idear un plan para recuperar mi diario! — Seguramente Neal lo tiene en su casa, ¡Tendríamos que ir para allá! La pregunta es ¿Cómo entramos? Seguramente, estará resguardando el cuadernillo como perro fiel, ¡Sin contar con que para este momento ya se lo habrá mostrado a Elisa! — ¡Ni lo digas! ¡Tan solo de pensarlo se me eriza la piel! — ¡Es una enorme posibilidad! — ¡Improvisa algo que los distraiga, mientras yo entro a buscar! — ¡Está bien, pero créeme que lo hago más por Candy, que por otra cosa! ¡Yo los entretengo, en tanto que tú subes a buscar en la habitación de Neil! — ¡Perfecto! ¡Vamos! — Los hermanos Cornwell salieron con toda la esperanza de lograr su cometido, al dirigirse al auto vieron que llegaba Sara Leagan. — ¡Hola Sara! — Saludaron los chicos. — ¡Buenas tardes! ¿A dónde van? — ¡Al lago, vamos al lago! — ¿Por qué no invitan a Elisa y Neil, tienen visitas en casa! ¡Tal vez se animen a pasearlas! — ¿Visitas? — Cuestionó Alistear. — ¡Sí! — ¡Lo sentimos Sara, pero no queremos importunar! — Intervino Archie. — ¡Te entiendo, querido no es fácil convivir con tu ex! — ¿Annie? ¡¿Annie está con Elisa?! — ¡Sí, también con otra chica rubia! Por eso pensé que sería bueno, pero olvidaba lo de Annie, ¡Olvídenlo jóvenes! — Concluyó Sara que siguió su camino. Los hermanos se quedaron en silencio, pero después se miraron suspicazmente. — Pero ¿Qué hace Annie con Elisa? — Preguntó Archie, — ¡No lo sé! ¡Eso no me suena nada bien! ¿Quién será la otra? — ¡Pues Sara nos acaba de dar el pretexto perfecto para averiguarlo, Stear! — ¡Vamos! — ¡Si, Archie, eleva tus oraciones para que no se le haya ocurrido a Neil mostrar tú diario a su hermanita la maquiavélica! — Terminó por comentar Alistear.
Patty observó a lo lejos como partían los hermanos, sin saber si alcanzarlos o no, se quedó observando, no había podido hablar con el jefe de la familia, lo estuvo buscando, pero le dijeron que había salido. Su preocupación no la había dejado dormir, no sabía de qué manera ayudar a sus amigas, a Archie, tenía la esperanza de que todo se tendría que resolver, sin embargo, al no poder hablar con Albert, ni saber si su novio hubo logrado conversar con Terry dudaba que al momento hubiese alguna solución. Sin nada que hacer por el momento, subió a la habitación de Candy. Tocó la puerta, sin esperar respuesta entró. — ¡Candy! ¿Estás aquí! — La rubia estaba acostada, no quería voltear y que su amiga viera la hinchazón de sus párpados. — ¡Vamos Candy! ¡Sé que no estás dormida! — La joven ya no quiso disimular y se volvió para verla. — ¡Hola, Patty! — ¿Qué haces acostada? ¡Es una linda tarde, vamos a los jardines! — ¡No tengo ganas! — ¡Vamos anda! ¡Caminar te hará bien! ¡No creas que no me he dado cuenta de que has llorado! — ¡Esta bien! ¡Vamos, pero no soy la mejor de las compañías! — Respondió Candy, quien se levantó y juntas salieron al edén creado por Anthony y su madre. Una vez hubieron recorrido un tramo, Patricia no pudo evitar cuestionar a su amiga. — ¿Ya pensaste lo que harás? ¿Hablarás con Terry? — ¡Si lo pensé, Patty! ¡Resolví que hablaría con él, pero cuando fui a buscarlo, no lo encontré, se ha ido! — ¿Cómo que se ha ido? — ¡Sí, él me dijo que lo haría, pensé que tendría tiempo de aclarar las cosas, pero no pude! — Contestó la joven de cabellera dorada dejando que sus lágrimas brotaran de nuevo. — ¡Ya veo porque has llorado! ¡No quiero decirlo, pero te lo dije, Candy! ¡Dejaste pasar mucho tiempo, sabías que él vino solamente por ti! — ¡Lo sé! — Y ¿Ahora qué harás? — Pretendo hablar con Archie, no podemos continuar con esto. ¡Tal vez hable con Albert! ¡Pero con el anuncio de la boda en un mes, no sé qué se pueda hacer! — ¡Lo importante es que te has decidido! ¡Es lo mejor! ¡Archie y tú no se merecen amarrar su destino por el qué dirán! — ¡Sí, Patty, creo que es lo mejor! — Las dos amigas continuaron platicando por largo rato, hasta que Candy, fue llamada por Dorothy, la mucama. — ¡Candy, te llama la señora Elroy! — ¡No puede ser! ¡No estoy de ánimo para soportar su sermón! — Reparó la chica. — ¡Anda, ve, solamente no te tomes a pecho lo que te diga! — Le dijo Patty, en tanto la joven se fue junto con Dorothy.
Albert y Mely se encontraban comiendo a las afueras de la ciudad, el magnate comentó todo lo que le había sucedido durante su viaje a Inglaterra, la pérdida de la memoria y el largo proceso de su curación, además de decirle, que había sido Candy la que lo cuidó y ayudó cuando nadie más quiso hacerlo, al pensar que se trataba de un delincuente, poniendo su reputación en riesgo al no dejarlo solo. — ¡No te miento cuando te digo que mi pequeña es una de las personas más importantes para mí! ¡Por eso me preocupa la decisión que ha tomado! — ¿A qué te refieres? — Cuestionó Mely. Albert no tardó en ponerla al tanto de todo lo que estaba sucediendo, así como la historia de amor entre los dos rebeldes del San Pablo. — ¡Si no me hubieras contado de ella, cuando estuvimos juntos, sentiría celos! — ¿Celos? Jajaja… ¡No cariño!, ella ha sido para mí como mi hermana! ¡Además no olvides que es mi hija adoptiva! — La joven sonrió y cuestionó. — ¿Qué pretendes hacer? — ¡No lo sé! ¡Todo es tan confuso y ella se niega a hablar, que…! — ¡No te desanimes, entre los dos encontraremos una forma de ayudar a esos dos enamorados!, pero ¡Me preocupa tu sobrino! Por lo que me comentas él está muy enamorado. — ¡No sé si sea amor, realmente! ¡A veces pienso que es una ilusión que Archie tiene desde que eran unos chiquillos! ¡Y precisamente era lo que quería evitar que él saliera lastimado, pero también se niega a hablar! ¡Son unos testarudos los dos!, pero ya hablamos mucho de mí y mi familia, ¿Qué hay de ti? ¿Cómo fue que te aventuraste a venir? — ¡Albert! ¿Tú me olvidaste? — ¡Noooo…! ¿Cómo dices eso? — ¡Bueno, pues tampoco yo! ¡Durante todo este tiempo pasé por varios procesos, enojo, ira, dolor y preocupación! — ¡Por qué ira y enojo? — ¡Porque no sabía si solo habías jugado conmigo! ¡El pensar en eso me dolía! Después me convencía de que no pude haberme equivocado contigo, ¡Siempre me pareciste honesto! ¡Tú mirada limpia, tu forma de verme! ¡Eso me descontrolaba! ¡Después de estar investigando, me enteré del ataque a los trenes y barcos! ¡Fue ahí donde la preocupación se apoderó de mí, el no saber si habías llegado bien a tú destino, me inquietaba más de lo debido!, cuando pude viajar a América, ya estando en casa vi tú foto en los periódicos, ¡Ahí me enteré de tu nombre completo, tú lugar de residencia y del personaje tan importante que eres!, ¡Dudé entonces!, ¡Pensé en no buscarte! ¡Tú eres tan importante, que tal vez ya no te importaría lo nuestro! — Albert, tomó la mano de ella, mientras que con la otra acariciaba su mejilla, en tanto que le decía. — ¡No digas eso Mely! ¡Siempre te dije que Candy es una de las personas más importantes para mí, bueno la otra eres tú!, ¡Si no te busqué fue por todo lo que me pasó! ¡Incluso llegué a pensar que todavía estabas en África, ¡Estaba arreglando muchas cosas para poder ir allá!, sin embargo, no ha sido fácil, los negocios me quitan mucho tiempo, ahora con la situación de Archie… — La chica, correspondió a la caricia con un ligero sonrojo en el rostro, besó la palma de la mano de él, mirándolo con amor. — ¡Ahora eso ya no importa! ¡Estamos juntos de nuevo!, aunque creo que no le caí muy bien a tú tía! — ¡No hagas caso, ella es así! ¡En cuanto te conozca te querrá! —
El magnate decía eso para no asustar a la chica, pero sabía que las cosas no serían tan fáciles conociendo a Elroy Ardlay, no obstante, eso lo vería después, ahora estaba con esa joven que le robó el corazón durante su estancia en aquellos lejanos lugares. No se cansaba de mirarla, le parecía increíble que ella estuviera ahí, tenía ganas de abrazarla y besarla, pero el lugar no lo permitía, mucho menos las buenas costumbres, sin contar con que era un hombre reconocido en todo Chicago, no quería que las personas murmuraran o descalificaran el comportamiento de Mely. — ¡Creo que debemos irnos de aquí! ¡Si, sigues mirándome así, terminaré por besarte como un loco desesperado! — Le susurró al oído, logrando que un rojo carmesí brotara de repente en la cara de ella. — Antes de ir a la mansión, debo pasar a recoger unos documentos a la casa de unos parientes lejanos, no tardaremos mucho, ¡Lo prometo! —
William había quedado con Raymond Leagan de recoger los documentos para que los Ardlay valoraran una posible inversión en la cadena de hoteles que los Leagan pensaban construir en Florida. Durante el trayecto, Albert le comentaba a Mely la conflictiva relación que se mantenía con la familia Leagan, quienes eran aceptados al ser Sara la hijastra de la tía abuela y que, gracias a su intervención, no se podían deshacer de ellos, sin embargo, se habían convertido en los parientes incómodos, pero no por la relación, sino por la vileza de la madre y sus dos hijos, ya que Raymond, solo se dejaba llevar. Iban llegando a la residencia, cuando observaron que también lo hacían Stear y Archie. — ¡Chicos!, ¿Qué hacen aquí? — Cuestionó William. Rápidamente se apresuró a contestar el menor de los Cornwell. — ¡Tío! ¡Venimos a petición de Sara! ¡Nos dijo que Elisa y Neil tenían dos invitadas y querían llevarlas al lago! — ¡Sí y para que no nos acuse con la tía abuela, decidimos venir! — Intervino Stear. — ¡Contigo quiero hablar Archie!, pero no ahora, ¡Haremos en la mansión más tarde! — Le dijo Albert a su sobrino, al tiempo que regalaba al joven una fría mirada. — ¿Quién es la bella dama que te acompaña, tío? — Comentó Stear para relajar la conversación. — ¡Oh disculpa, Mely! ¡Ellos mis sobrinos Archibald y Alistear Cornwell! ¡Jóvenes, ella es Melanie Klein, mi novia! — Los dos muchachos miraron a la bella chica y esbozando una sonrisa con ademanes elegantes tomaron su mano para besarle el dorso y presentarse galantemente. — ¡Encantada, pueden decirme Mely! — Respondió ella, regalándoles una cálida sonrisa. — ¡Albert me ha hablado mucho de ustedes! ¡Espero que nos llevemos bien! — ¡Claro Mely! ¡Eso tenlo por seguro! — Apuntó Stear sonriendo.
Estaban entretenidos en las presentaciones, cuando vieron que llegaba un mozo de los Ardlay, al verlos, se acercó a saludar. — ¡Señor Ardlay! ¡Señoritos! ¡Madame! — ¿Qué haces por acá, James? — Preguntó Stear. — ¡Vine a traer un recado de la señora Elroy, quiere que la señorita Elisa se presente de inmediato en la mansión! — ¡Bueno, creo que todos nos pusimos de acuerdo! — Comentó Albert, ¡Entremos!, ¡Regresa a casa James! Yo le doy el recado a Elisa. — ¡Como ordene señor! — Respondió el hombre regresando por dónde había llegado. William tomó del brazo a Mely para entrar a la casa, pero Archie se detuvo. — ¡Ahorita los alcanzo! Se me olvidó algo en el auto. — Al decir esto, miró a su hermano, quien asintió levemente. Al llegar a la puerta principal, Albert no tocó, entró sin más seguido por Stear y Mely. Fueron directamente al salón, encontrando a Annie, Elisa, Neil y Susana.
Continuará.