CAPÍTULO XXI PERPLEJIDAD
Neil y Susana se dirigieron al centro de la ciudad, no se cuidaban de nadie, no sospechaban que alguien los pudiera ver, así que sin reparo caminaron en busca de la botica. George llegaba de Chicago, le faltaba poco recorrido para llegar a Lakewood. Siguiendo sus instintos prosiguió con sus investigaciones, al saber que Elisa era la responsable de esparcir los rumores sobre la conducta inmoral de Candice. Al fiel amigo de la familia se le ocurrió indagar sobre el comportamiento de la hija de los Leagan en la ciudad; tal vez eso les proporcionaría una herramienta para contrarrestar los embates de la perversa muchacha, los resultados que obtuvo le fueron muy útiles, se los tenía que dar a conocer a Albert, se encaminó a su auto, nadie lo esperaba, siempre lo hacía así, para no tener testigos de lo que hacía, le ayudaba su carácter callado y reservado; se detuvo en un restaurante a comer algo, justo pagaba la cuenta cuando vio a Neil acompañado de una mujer rubia, se preguntó ¿Quién sería?, con los antecedentes de su hermana, no sería extraño que el joven Leagan también los tuviera. Sin darse a notar los siguió. Los chicos conversaban de manera cordial, su actitud hasta ese momento no era nada extraordinario, pensó que, en su afán por encontrar algún indicio que delatara cualquier treta de los hermanos, estaba viendo cosas que no eran, justo se daba la vuelta cuando la chica volteo dejando ver su rostro; George se pasmó al ver que se trataba de Susana Marlow, pero — ¿Qué hacía ahí y con Neil?, ¡Eso si era algo insólito!, No se conocía que él tuviera relación con la ex actriz, más cuando todos se enteraron del motivo de la separación entre la señorita Candy y el joven Grandchester. — Decía para sí. Evitó que Neil lo viera, retomó sus pasos, pero no se fue para la mansión Ardlay, se quedaría ahí, algo sucedería, estaba seguro.
George no tenía idea si la otrora actriz se hospedaba en la ciudad o estaba de paso, tampoco se expondría a que Neil lo sorprendiera vigilándolos, así que buscó hospedaje, pero se propuso estar atento. Dejó pasar algunas horas, iría a la estación de tren, seguramente ahí podría confirmar si Susana tenía programado su regreso a Nueva York. Parecía que ese día no saldría de una sorpresa a otra, cuando hubo confirmado que no existía ningún boleto a nombre de la joven, decidió regresar al hotel para intentar comunicarse con Albert. En ese momento, la estación se vio invadida de viajantes procedentes de diferentes puntos, él siguió su trayecto, sin embargo, una pareja le llamó la atención por la forma tan efusiva con que la dama recibía al hombre, acciones que, en esos tiempos no eran bien vistas, sin importarles lo que dijeran los demás, los enamorados continuaron con lo suyo, estaba cerca de ellos, cuando vio la melena cobriza de la joven, al mirarla mejor se dio cuenta de que se trataba de Elisa Leagan, quien sin mirar en ninguna dirección se agarró del brazo de su acompañante para abandonar la estación. Él aguardó por unos segundos sin perderlos de vista, lo que acababa de ver era la confirmación de los datos que hubo recabado en Chicago, aunque se reservaría su opinión. Ya había obscurecido, estaba cansado, pensó en pasar la noche ahí y retomar su camino por la mañana.
El ambiente era tenso por diferentes motivos al interior de la cabaña de los amplios terrenos de la mansión Ardlay, pero la que no se atrevía a levantar la cara era Candy, quien se sentó en un sillón sola, a su lado sentada en el brazo del mueble era Patty, quien le frotaba la espalda a su amiga, por un instante Candy levantó su cabeza para regalarle una tímida sonrisa para después volver a la misma posición, Stear se quitó las gafas para frotar sus ojos, tampoco se sentía muy bien, la situación era demasiado embarazosa por donde se le quisiera ver, para nadie era fácil sacar a la luz lo que hubo originado aquél compromiso tan apresurado. Albert se quitaba la corbata, al tiempo que intentaba inhalar la mayor cantidad de aire, sabía que lo que se diría ahí, podría desencadenar una tromba plegada de fuertes estruendos en el carácter de su amigo; Terry miraba a todos, sospechaba algo, pero no tenía la certeza, recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados esperaba que alguien se atreviera a cortar el silencio, no quería ser él, pero el mutismo en todos era desesperante. Mely no miraba a nadie en específico, no estaba segura de querer participar en aquella conversación, así que antecediendo un carraspeo de garganta se atrevió a decir. — ¡Albert, creo que te esperaré en mi habitación! — El aludido entendió la incomodidad de su novia, pero la necesitaba, por lo que respondió. — ¡Discúlpame Mely, sé que esta es una situación incómoda para ti!, pero ¡Es importante para mí tu presencia! — Ante ello, la joven se quedó, aunque se abstendría de opinar.
Terry ya no soportó más y comenzó a hablar en su característico tono sarcástico. — ¡Bueno, Albert! ¿Estamos aquí para vernos las caras y saber si hemos cambiado con el tiempo? — ¡Terry, amigo, no comiences! — Le contestó Stear. — ¡Tiene razón Terry! — Aclaró William, quien prosiguió. —¡Sé que debimos empezar la plática, pero la verdad es que no sé cómo hacerlo! ¡No tengo idea de cómo empezar! — ¡Yo sí! — Intervino Patty. — Logrando con ello que todos le pusieran atención. — ¡Creo que todo empezó por el compromiso de Candy con Archie!, mismo que a todos nos sorprendió, porque ¡Ninguno de nosotros lo entendía ya que Archibald era novio de Annie y Candy, nunca mostró amor de pareja por Archie! — ¡Exacto! ¡Aunque a todos nos pareció una locura, no dijimos nada! — Apuntó Stear. — ¡Yo si pregunté a Archibald y a Candy!, — Reparó Albert, que todavía incómodo siguió. — Pero ¡La respuesta de los dos fue, que era algo que querían hacer! ¡En diferentes ocasiones intenté reflexionar con ambos, pero la respuesta era la misma!, llegó un momento, que incluso ¡Me evadían! ¡Lo que más consternación me causó fue la actitud de Annie, con quien también quise hablar, pero se negó rotundamente!, ¿Qué fue lo que sucedió? ¡Sólo Annie, Candy y Archie lo sabían! — ¡Creo que era bastante claro Albert!, ¡Candy y Archie tuvieron un amorío a espaldas de la tímida y cuando ella se enteró terminó su relación de años con el elegante, él al verse libre y que podía realizar sus sueños le propuso matrimonio a Candy y ella aceptó! ¡Fin de la historia! — Apuntó mordazmente Terry, que no se detuvo y continuó. — ¡Con el anuncio de la boda a realizarse en un mes, es predecible el motivo! ¡Ahora no es que quieran casarse, es que se tienen que casar! — ¡Eso no es verdad! — Habló por fin Candy. — ¡No sé de dónde sacó la tía abuela eso, pero no es verdad! ¡Yo no estoy embarazada! — Terminó por gritar la chica, que tampoco hizo nada para contener las silentes lágrimas que bajaban por sus mejillas. — ¿Entonces qué fue lo que pasó, pequeña? ¿Por qué tienes o quieres casarte? — Terry ya no quería verla, aunque le importaba todo lo que decía, no quería que los celos que le quemaban el pecho le arrebataran la poca cordura que podía mantener, al recordar todo lo escrito en el diario de su ex compañero de colegio, situación que él creía era ignorado por todos, y él no sabía, si quería develar o no.
El silencio de Candice se extendió por largos minutos, Terrence estaba a punto de explotar, hasta que escuchó la intervención de Patty. — ¡Candy, habla, es el momento! — ¡Vamos Candy, nadie te juzgará! ¡Todos los que estamos aquí te queremos, también a Archie! ¡Deseamos lo mejor para los dos y ese matrimonio no lo es! — Apoyó Alistear a su novia. — ¡Pequeña, es necesario que sepas, que nosotros ya estamos enterados de todo! — Aclaró Albert. — La rubia hizo un intento por contener su sorpresa, pero el sonrojo que se veía en su rostro, se tornó casi color granate al sospechar que Terry estaba al tanto también, su conmoción se traducía en una enorme pena al deducir que su amiga la hubiera traicionado, no obstante, el propio Albert, que la conocía bien esclareció. — ¡No fue Patty la que nos comentó! — ¡Fui yo! — Resonó la voz de Stear, que, a pesar de sentirse apenado, esbozó una sonrisa para continuar. — ¡Archie me contó!, pero ¡Tú se lo contaste a Patty, a la vez que Annie también se lo dijo a ella!, ¡Después intercambiamos comentarios tratando de ayudarlos a encontrar una solución!, pero ¡Hasta hoy pude decirle a Albert! — ¡Candy nunca quisimos faltar a la confianza! ¡Nuestro interés siempre ha sido su bienestar! — Intervino Patricia. — ¡Como puedes ver, ninguno de nosotros te juzgamos, por el contrario, buscamos la forma de ayudar, sobre todo, porque las cosas han rebasado los límites de la prudencia! ¡Necesitas sincerarte para acabar con este compromiso, que no quieres! — Le decía nuevamente William, acercándose para levantar el rostro de la joven, quien en todo momento la mantenía agachada. Terrence entendió que si ella no hablaba era por su presencia, así que les indicó. — ¡Es mejor que me vaya! ¡Solo así podrán llegar un acuerdo! — Al darse la vuelta para tomar el pomo de la puerta, se escuchó la voz de Candy. — ¡No, no te vayas por favor! ¡Esta plática la tendría de todas formas contigo! ¡Por eso te dije que hablaríamos más tarde! ¡Ahora ya no importa! ¡Es necesario que te quedes! ¡Por favor! — El inglés se detuvo para escucharla.
— ¡Yo...! — Comenzó nerviosamente a decir la chica. — ¡Estaba pasando por un mal momento! Hace algunos meses, recibí una carta de Susana en la que se burlaba de mí por dejar a Terry a su lado, ¡Me sentí muy tonta por diferentes cuestiones que ahora no vale la pena mencionar!, aunque ¡Hice innumerables intentos por salir de ese bache, no lo conseguía! ¡Busqué mil formas de mantenerme ocupada! ¡Con el pasar de los días lo fui consiguiendo!, sin embargo, ¡Un día vi la fotografía de Terry con Susana anunciando su compromiso! ¡Esa noticia fue devastadora! ¡Sé que no tenía derecho a tener cualquier tipo de arrepentimiento, pero no lo pude evitar! Fue entonces, que vi una botella de whisky en el bar del despacho de Albert y ¡Pensé que, si a muchos el alcohol les ayudaba a olvidar, me podría servir a mí! ¡Necesitaba arrinconar mis sentimientos, de creerme estúpida! ¡Así que tomé y tomé sin medida! — La muchacha realizó un hondo suspiro y continuó, ante el mutismo de los ahí presentes. — ¡En mi afán por mantenerme ocupada, me puse a revisar el ático, mientras lo hacía seguía bebiendo! ¡No supe por qué, pero de momento me comencé a sentir feliz! ¡El peso que traía ya no lo tenía! ¡Entre las cosas que encontré estaba un baúl que traía las cosas que dejé en el Real Colegio San Pablo, cuando me escapé para regresar a América! ¡Las fui sacando una a una, me detuve al ver la caja con los disfraces de Romeo y Julieta, sin dudarlo me puse el vestido, dejando volar mi imaginación a aquellos momentos en los que sin saberlo fui feliz! ¡No me percaté cuando Archie llegó, solo vi a Romeo! ¡Lo que pasó después lo recuerdo muy poco!, ¡Solo sé que el sabor de unos labios dulces y suaves estaban sobre los míos, entre confesiones de amor! ¡Un grito cimbró ese sueño, logrando que reconociera, que no se trataba de Romeo, sino de Archie, quien lucía el disfraz, pero la peluca y el antifaz se le habían caído! ¡Quise levantarme, pero el mareo me lo impidió! — ¡Infeliz, lo destrozaré! — Exclamó Terry, que conforme iba escuchando el relato entendía, no solo cómo sucedieron las cosas, sino también los efectos causados por el whisky, así como las alucinaciones que su pecosa traía consigo; su expresión fue notada por todos, ya que sus brazos se apretaban más contra su pecho, su mandíbula fuertemente apretada, en tanto que de sus azules ojos las chispas de la furia refulgían como carbones encendidos. — Candy no hizo caso a su comentario y prosiguió. — ¡Lo último que supe, fue que Archie me ayudó a llegar a mi habitación, todo me daba vueltas, finalmente me quedé dormida!, al día siguiente ¡Fui en busca de Archie, para hablar con Annie, pero ella siempre se negó a hacerlo conmigo, solo habló con él, quien me dijo que para evitar cualquier mal entendido, respondería como un caballero y defendería mi honra! ¡Así, decidimos casarnos! ¡Yo nunca recordé lo que pasó realmente!, pero ¡Confíe en que era lo mejor! ¡Me sentía mal por Annie, pero Archie me convencía de que él me ayudaría a superarlo, que me haría feliz! ¡Pasaron los días, no me atrevía a confesar las cosas por pena, vergüenza o estupidez! ¡Ya no lo sé! ¡Veía a Archie tan ilusionado, que no quería lastimarlo! ¡Llegué a pensar que también era lo mejor para mí, hacer mi vida y olvidar! ¡Cuando le preguntaba a él qué había pasado entre nosotros, no me decía nada, sólo que seríamos felices lejos de aquí! Después ¡Se vino la fiesta, el anuncio de la boda precipitada! ¡Fue entonces que quise terminar con esta situación!, ¡Hablar, decir todo! pero ¡Intuí que la tía abuela sabía algo! ¡Por eso quería que me casara lo más pronto posible! Eso imaginé cuando me llamó hoy, ¡Ante su orden de ir con la modista para el vestido de novia, me negué, le dije que no quería casarme tan pronto!, ¡Ella enfureció, me comenzó a insultar diciéndome que era una mujerzuela por haberme embarazado! ¡Cuando le dije que estaba equivocada, no me dejó hablar, simplemente me golpeó!, ¡Lo demás ya lo saben! — Albert, Mely, Stear y Patty respiraron con alivio cuando Candy terminó de narrar su versión, el único que hacía intentos por no salir en busca de Archibald era Terry.
Después de unos minutos de silencio, Albert se atrevió a decir. — ¡Gracias por sincerarte, pequeña!, pero ¡Lamentablemente eso no es todo! — ¿A qué te refieres Bert? — Objetó Candy. — ¡A eso me refería cuando dije que no era fácil hablar de ciertas cosas! — Pero ¡Ya les expliqué cómo pasó todo! — ¡Candy! ¡Hay algo que tú no sabes! — Medió Patty. Stear quería evitar esa explicación, pero también sabía que no era posible, simplemente fijó la vista en sus zapatos, cualquier cosa se podría suscitar después de esa revelación, tanto por parte de su prima, cómo de Terrence, ese remolino viviente que desde joven hubo tenido altercados con su hermano. Ante lo inevitable dio un fuerte suspiro en espera de las reacciones. — ¡Sí, Candy! — Prosiguió Patricia. — ¡Archie… siempre soñó contigo! ¡Tú lo sabes!, ¿No? — ¡Sí, él me lo ha dicho! — Bueno, ¡Lo que ignoras es que esos sueños los escribió en su diario! — ¡Eso no tiene nada de malo! ¡No entiendo! ¿Qué tiene qué ver eso ahora? — ¡Es que esos sueños no son propios para describir a una dama! — ¡Sigo sin entender! — Patty sentía que las mejillas le ardían de la vergüenza, no sabía cómo explicar lo pecaminoso de las ensoñaciones de Archie. — ¡Lo que quiere decir Patricia!, es que ¡Tú adorado prometido escribió todos los deseos pasionales e íntimos que tiene un hombre cuando desea a una mujer en su cama! — Exclamó el inglés ante la falta de claridad en las explicaciones que se esforzaba por dar Patricia. Candy palideció, aunque no entendía bien a bien, la expresión del actor se lo decía todo. — ¡No, eso no puede ser! ¡Archie es incapaz de…! — Replicaba ella. — ¡Están equivocados! ¡Debe de haber un error! — ¡No Candy, es la verdad! — Musitó tristemente Stear. — ¡No, no lo creo! ¡Hablaré con él! ¡Seguramente hay un mal entendido! — ¡Ten entérate por ti misma! — Clamó Terrence, quien al escuchar cómo la chica defendía a su prometido, fue a su habitación en busca de aquellos escritos que, durante días le habían carcomido el alma. Ella tomó las hojas arrugadas comenzando a leer, conforme lo hacía sus verdes ojos se abrían desmesuradamente. Cuando terminó ya no supo qué decir, dejándose caer en el sillón, al tiempo que soltaba los papeles.
Albert, los tomo del suelo, al hacer la lectura respectiva, supo que era el momento de abrazarla, de hacerle sentir que ella no era culpable, antes de mencionar que Annie sabía lo del diario. — ¡Candy, tal vez tu ingenuidad no te permita ver el alcance de lo que significa esto!, pero ¡Lo único que debo agradecer a Archie es que haya querido proteger tú reputación! — ¡¿Cómo?! ¿Acaso crees que eso que escribió es verdad? — ¡No!, pero, aunque ¡Así lo fuera! ¡Es algo que no debe ser público! — ¡Bert, yo no he hecho nada de lo que dice ahí! — Respondió ella, mirando a la vez a Terry. — ¡No necesitas justificar nada, Candy! ¡Eso no es lo importante!, ¡Lo que tienes que saber es que Annie sabe todo lo escrito en el diario! — Pero ¡¿Qué dices?! — Reaccionó la chica, que se quedó perpleja ante lo dicho por su padre adoptivo. — ¡Así es Candy! — Respaldó Patty, ella misma me lo dijo. — Los ojos de Candice se nublaron, la cabeza le comenzó a dar vueltas, un zumbido en sus oídos y no supo más de sí, se desvaneció. Al ver el desmayo, Terry corrió a ella para evitar que cayera al piso, levantándola en sus brazos para llevarla a su recámara. Mely, que era enfermera acudió a revisarla, tranquilizando a todos, dado que el malestar de la rubia era consecuencia a los sobresaltos que hubo sufrido en los últimos días, indicó que la dejaran dormir un poco para que se repusiera, lo que acababa de confesar, así como lo que había escuchado vencieron su fortaleza emocional.
Con aquella recomendación todos abandonaron la habitación para reunirse de nuevo en el salón, donde Albert no aguantó más y le cuestionó a Terry. — ¿Por qué no me habías dicho lo del diario? ¿Cómo te enteraste? ¿Quién te dio esas hojas? — El actor, no se inmutó ante tantas preguntas, solo se concretó a decir. — ¡Me las dio Annie, quien también me mostró el diario! ¡No te lo comenté, porque no quise darle mayor importancia de la necesaria! — ¡Debiste decírmelo! — ¿Recuerdas que te dije que prefería guardarme algunas cosas?, y ¡Que solo te las diría si lo consideraba necesario! ¡Yo nunca haría nada para perjudicarla, nunca imaginé que sucedería todo esto, ni que ese diario fuera de dominio público, hasta ahora me entero! — ¿Cómo fue que viste a Annie, Terry? — Preguntó Stear. — Cuando por una nota en sociales me enteré del compromiso, ¡Tomé el primer tren para acá!, ¡Siempre supe que Archie y Annie eran una pareja prácticamente comprometida!, antes de acercarme a Candy, quise indagar, saber qué sucedió, así que la busqué, ¡Ella me habló horrores de Candy, me dijo que los dos la traicionaron!, incluso me invitó a ¡Ayudarla a vengarse! — ¿Por eso la trajiste a la fiesta? — ¡Si, supuse que estando conmigo podría evitar que hiciera algo! — ¡Bonita está la situación! — Exclamó Patty. — Stear y yo buscamos de diferentes formas hablar contigo y con Albert!, sin embargo, ¡Todo se complicó, entre una cosa y otra, no pudimos! — ¡Sobre todo cuando Neil robo el diario! — ¡¿Qué?! — Al unísono se escuchó la pregunta de Mely, Patty, Albert y Candy, quién se hubo levantó al oír las voces, pero se detuvo para escuchar lo que decían, pensando que la podrían juzgar.
Candy simplemente se acercó a ellos, esperando que Stear continuara, el chico al darse cuenta de que se adelantó al relato, con una tímida sonrisa y rascando su cabeza, añadió. — ¡Si, lo robó el día de la fiesta, pero primero Archie se lo había quitado a Annie! ¡Por eso nos encontraste esta tarde en la casa de los Leagan, tío! ¡Fuimos nuevamente a recuperarlo! — ¿Lo consiguieron? — Preguntó Albert. — ¡Sí, ya lo tiene Archie consigo! — ¿Cómo pudo ser tan estúpido para dejar algo así a la vista de cualquiera, además de ser un enfermo, es tonto! ¿Sabes lo que significa que la basura de Neil lo haya leído? ¡Peor aún la serpiente de Elisa! — Masculló Terry. — ¡Ambos lo sabemos, Terry! ¡Por eso lo ayudé! — ¡Ahora entiendo! ¡Elisa le llenó la cabeza a la tía abuela de cosas en mi contra!, ¡De ella surgió el que yo estoy embarazada! — ¡Creo que así es, pequeña! — Concordó William, que además anunció. — Sin embargo, ¡Considero que eso no es lo peor! Cuando llegamos con los Leagan, encontramos a Annie y a Susana Marlow con ellos. — El mutismo se hizo presente en todos, al momento que las miradas se dirigieron a Terry para ver su expresión, misma que era de total sorpresa. Patty tomándose la barbilla de manera pensativa habló en voz alta. — ¡Por eso Elisa me cerró la puerta cuando la vi hablando con la tía abuela en su habitación!, ¡Si Annie quiere vengarse y se alió a los hermanitos! ¡Seguramente están planeando algo!, ¡Algo, donde han sumado a Susana! — Los presentes la escuchaban asintiendo, pero fue Terrence, quien rompió el monologo de la novia de Stear. — ¡Yo terminé con Susana antes de venir para acá! — Al decir esto miró suplicante a Candy. — ¡Seguramente vino por ti! — Musitó ella. — ¡Eso no me importa, no me interesa nada de lo que tenga que decirme! ¡No voy a sacrificar mi vida al lado de esas arpías! — ¡Será inevitable que hables con ella! — ¡No, Candy! ¡No voy a caer en su sucio juego de nuevo!, pero si investigaré ¡Qué demonios hace con los Leagan! — La breve conversación de ambos, era seguida por los demás, quienes miraban de un lado a otro, como quien ve un juego de tenis.
Continuará...