Art.Betty Graham
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Hice a un lado algunos frascos y me asomé a las profundidades del refrigerador con un gemido insatisfecho. Estaba desesperada por mermelada de uva. En un suave y esponjoso pan blanco. Y un vaso de leche.
El problema es que era el mismo antojo que había tenido las últimas semanas. Veinticuatro horas al día. Terry se aseguró que tuviera varios frascos de mi marca favorita en la alacena, pero entre los antojos y mi nivel de estrés porque él no estuviera, me lo había comido todo.
Y me bebí la leche.
Miré al reloj con los ojos entrecerrados. Era temprano—ni siquiera las siete de la mañana. Nunca dormía bien cuando Terry no estaba, y esta vez no fue la excepción.
Cerré la puerta con un bufido. Terry volvería a casa en unas horas, y luego podría ir a la tienda y comprar algo más de mermelada y pan. O si le mandaba un mensaje de texto, se detendría antes de llegar a casa. Bajé la vista a mi vientre redondo, frotándolo. Aunque estaba a salvo, él prefería que no dejara la casa sin compañía. Preferiblemente él.
"Tienes que esperar, bebé," murmuré.
Como si protestara, sentí un pequeño empujón contra mi mano. Me reí bajito. "Igual que tu padre—impaciente. No hay nada que pueda hacer, así que tienes que ser paciente."
Los sonidos desde afuera me llevaron a la ventana. El personal de los jardines ya estaba afuera, trabajando en ellos. Sabía que esperarían hasta después de las ocho para empezar a cortar el césped, pero ya que estaba despierta, en realidad no había razón para que lo hicieran. Terry solo cambió esa directriz cuando me embaracé, y no quería que se interrumpiera mi sueño.
Abrí la puerta trasera y salí. Durante los últimos meses, Terry se había relajado, y una vez que lo hizo, me sorprendí sintiéndome mejor. Más abierta y tranquila con mi vida. Me aseguré de presentarme con todos los trabajadores permitidos en la propiedad. Quería ser parte de la actividad diaria, y disfrutaba hablar con ellos ya que siempre me había gustado la jardinería.
Felix estaba ocupado siguiendo los movimientos de Terry y preparándose para tomar su posición. Lo echaba de menos y nuestra amistad. Tenía un nuevo guardaespaldas, John, que me seguía por todas partes, asegurando mi seguridad y debido a eso los trabajadores entendían exactamente quién era yo. Lo ignoraba la mayor parte del tiempo. Era más serio que Felix y, a pesar de mis esfuerzos, seguía distante. Así que seguí con lo mío, haciendo lo que quería, conociendo a todos y provocando que John bufara en frustración.
En ocasiones, Terry me llamaba a su oficina y me pedía que "le diera un descanso a John". Pero sus intentos por ocultar su sonrisa cuando lo hacía, me decían que estaba de acuerdo con mi comportamiento. A menudo me besaba, diciéndome lo orgulloso que estaba de su esposa. El hecho de que me gustara conocer los nombres y a las personas que trabajaban aquí lo hacía sonreír. Pero noté cuán a menudo aparecía en la ventana observándome mientras iba charlando y asegurándome de que todos estuvieran hidratados. Siempre estaba atento, y me agradaba saber que se tomaba el tiempo de asegurarse que yo estuviera bien.
Sabía que John estaba en la casa. Lo escuché temprano. A diferencia de Felix, venía a ver cómo estaba en vez de estar constantemente junto a mí. Lo prefería así, debido a nuestra relación distante. John trabajaba en la oficina hasta que Terry llegara a casa, y entonces se iba discretamente. Había hombres afuera, pero casi nunca los veía. Vigilaban la casa desde otro edificio, asegurándose que la propiedad estuviera segura. Ansiaba que llegara el día cuando fuéramos solo Terry y yo y nuestra familia.
De hecho, hoy éramos solo nosotros, ya que Annie, Patty y Pony tuvieron un día de compras y el resto de los hombres de Terry estaban con él. Había utilizado mi cansancio como excusa para no ir. Quería estar en casa cuando Terry llegara, y odiaba las compras.
Salí, respirando el aire húmedo. Iba a ser un día caluroso. Me acerqué a los hombres trabajando en el jardín con una sonrisa.
"¡Buenos días!"
Todos me miraron sonriendo. "Buenos días, señora Grandchester ." Me saludaron.
"Va a hacer calor. Tengo agua en el refrigerador y algunas de las barras crujientes que a todos ustedes les encantan. La puerta hacia el cobertizo está abierta, así que por favor, sírvanse."
Todos me agradecieron.
Mi trabajador favorito dio vuelta en la esquina. "Hola, señora Grandchester ."
Sonreí. "Hola, Jimy. No te había visto en las últimas semanas."
Sacudió su cabeza. "Sí, me sentí un poco mal."
"Bueno, espero que te sientas mejor."
Asintió. "Mucho mejor. Se levantó temprano."
Me reí entre dientes, frotando mi estómago. "Alguien está pateando. Puedes empezar a cortar el césped cuando quieras. Estoy despierta y la única en la casa en este momento, así que no me molestarás."
"Genial."
Me senté con un suspiro mientras el personal comenzaba su trabajo.
"¿Está usted bien, señora Grandchester ?"
Sonreí. "Además de mis antojos y echar de menos a mi esposo, estoy bien."
"¿Antojos?" Jimy sonrió. "Mi esposa sufrió mucho de esos. ¿Qué se le antoja?"
"Sándwiches de pan blanco con mermelada de uva. Con mucha mantequilla."
Se echó a reír. "¿Escasean sus provisiones?"
"Están vacías."
"Oh, esas son malas noticias."
Asentí.
"Iré a comprarle unas."
"No puedo pedirte eso."
Agitó su mano. "No lo hizo—yo me ofrecí. A mi jefe no le importará. Echaré una carrera a la tienda, compraré las cosas y volveré en diez minutos." Me observó con seriedad. "Mi esposa esperaría que ayudara a otra mujer embarazada."
Dudé. Jimy era una nueva adición al personal. No siempre estaba aquí, pero me agradaba. Me había ayudado un día que me tropecé, agarrándome para estabilizarme con una sonrisa cómplice, explicándome que su esposa tenía el mismo problema ahora que también estaba "más pesada".
Comenzamos a hablar, y descubrí que era inteligente y amable. Le faltaban dos dedos de una mano— un "riesgo de trabajo" me dijo cuando finalmente reuní el valor para preguntarle.
"Aprendí nuevamente a manejar todo el equipo. Pero prefiero el verdadero trabajo. Me encanta escarbar en la tierra. Hay algo muy satisfactorio en plantar y cultivar cosas," dijo en voz baja.
Hablaba mucho de su esposa, y yo disfrutaba nuestras conversaciones. Siempre usaba gorras y trabajaba duro. Nunca me hablaba si Terry o Felix estaban cerca y tenía la sensación de que lo intimidaban. Parecía bastante tímido, y podía entender sus sentimientos.
"Por favor, señora Grandchester . No es problema."
Cedí. Estaba desesperada. "Muy bien. Déjame traerte el dinero."
Me siguió dentro de la cocina, esperando junto a la puerta.
"Maldición, mi bolso está en el pasillo. Vuelvo en seguida."
"Claro."
Me apresuré tanto como pude y regresé a la cocina con un billete de veinte. Estaba en el mismo lugar, mirando alrededor con curiosidad. "A mi esposa le encantaría esta cocina."
"Es linda," concordé y le di el dinero.
"Volveré rápido. ¿Está bien si atravieso el garaje hacia mi camioneta?"
"Claro. Eres mi salvador."
"No hay problema."
Volvió en unos quince minutos, tocando por la puerta del garaje. La abrí con una sonrisa. "No escuché la camioneta."
"Estacioné más allá por el camino de entrada." Llevó la bolsa a la encimera. "Compré Smuckers, como me pidió." Sostuvo el frasco.
Lo agarré. "Gracias."
Asintió. "No hay problema, señora Grandchester . Disfrute de sus sándwiches."
Continuará...