Art.Betty Graham
"No," le dije con valentía. Podía matarme, pero me negaba a hacer que Terry. lo viera.
Me abofeteó con tanta fuerza, que vi estrellas, y mi labio se partió, la sangre goteando por mi barbilla. "Llámalo, o mataré primero a tu hijo. Presionó el arma en mi estómago. "Puedo hacer eso y mantenerte con vida."
Mis manos temblaron al teclear el número de Terry. Contestó después de solo un timbrazo y con el corazón encogido, me di cuenta que esta sería la última vez que lo vería. Su rostro llenó la pantalla.
"Hola, amor. ¿Necesitas algo?" Dijo bromeando. "¿Mermelada de uva, tal vez?" Luego su expresión cambió cuando me vio. "¿Candy ? ¿Qué le pasó a tu rostro?"
Traté de hablar, pero no pude. Las lágrimas brotaron, cayendo por mi rostro. Me asfixiaba el miedo saturando mi garganta.
"¡Candy! Cariño, ¿qué pasa? ¡Ve por John!" Dijo con pánico en su voz, luego jadeó, conmocionado cuando Neal se paró junto a mí.
"Hola, Terry."
Mi cabeza palpitaba y sentí apretarse mi garganta cuando vi que el color desaparecía del rostro de Terry. Vi a Felix pararse brevemente detrás de él y luego desaparecer. Neal se rio.
"Dile a tu compañero que lo que sea que piense que va a empezar no funcionará. Tengo el control, Terry. Los hombres de afuera están muertos y también lo está el inútil guardaespaldas. Tengo a tu esposa, y tengo el código de cada puerta, cerradura, y reja en esta casa. Todos los códigos que se han usado en los últimos tres meses han sido cancelados. Nadie puede entrar." Se inclinó hacia adelante, pasando el cuchillo por mi mejilla. "Y nadie puede salir."
"Lo que quieras es tuyo. Lo que sea." Terry habló. "Solo déjala ir. Ella es inocente en todo esto."
"¿Cambiarías tu vida por la suya?"
Terry no titubeó. "Sí."
"Es una lástima que no esté interesado."
"Tengo millones. Todo es tuyo. Cada centavo. Puedes desaparecer y empezar de nuevo." Terry se puso de pie, sosteniendo su teléfono, paseándose de un lado al otro de la forma en la que lo hacía cuando estaba molesto. Su voz estaba tensa pero calmada, aunque podía ver el pánico en sus ojos. Su rostro se desviaba hacia un lado para luego volver al teléfono, y sabía que su mente daba vueltas buscando soluciones. Podía escuchar gritos y ver que se estaba moviendo, luego el sonido de la puerta de un coche cerrándose de golpe. Trataba de llegar a mí, pero yo sabía que era demasiado tarde.
"Oh, me quedaré con tu dinero. Pero primero tienes que sufrir."
Un sollozo amortiguado escapó de mis labios. Terry se acercó el teléfono, su voz baja y gentil. "Está bien, Candy. Todo estará bien. Te lo prometo."
Neal se agachó, riéndose entre dientes. "Escúchalo mentir. Sabe que nada va estar bien. Sabe que vas a morir, pero viene la mejor parte." Me empujó quitándome del camino, llenando la cámara. "La mejor parte, Terry, es que tú lo verás. Todo lo que le haga a ella. Cada dolorosa cortada de mi cuchillo, bofetada de mi mano, rozón de mi bala —vas a presenciarlo."
Terry se volvió loco. Comenzó a gritar obscenidades, gritándole a Neal, que lo escuchaba, calmado e indiferente, estudiando el cuchillo que sostenía en su mano. Uno que planeaba utilizar en mí. Vi los monitores que rodeaban la propiedad. Un choche pasó lentamente, seguido de otro. No estaba segura si estaban aquí porque los habían enviado o simplemente pasaron por aquí admirando la propiedad. No importaba. Las gruesas paredes y la reja imposible de trepar que habían sido diseñadas para mantener a los ocupantes en el interior a salvo, funcionarían contra ellos. Si John estaba muerto, y Neal había matado a los otros hombres que patrullaban los perímetros de la propiedad, estaba sola y atrapada. Neal iba a matarnos a mí y a mi hijo, y nunca vería de nuevo a Terry. Nunca sentiría su boca en la mía o escucharía su voz.
"¡Terry, te amo!" Grité, necesitando que esas fueran las últimas palabras que escuchara de mí.
Mi voz detuvo su discurso. "Candy," dijo con voz ronca. "Lucha contra él. Dame la oportunidad de llegar a ti."
"Qué conmovedor," Neal se burló. "Pero Terry tiene razón. Te mereces una oportunidad." Se sentó, cruzando las piernas. "Se me antoja un pequeño juego. Las escondidillas. Voy a darte diez segundos para ocultarte, y empezará mi entretenimiento. ¿No sería eso divertido?"
"¿Qué?" Pregunté atónita.
Se inclinó hacia adelante. "Debes ser una buena amante porque eres vergonzosamente estúpida. Dije que corrieras. Que te ocultaras. Tienes diez segundos." Se puso cómodo. "De hecho, te daré veinte debido a tu, ah, condición delicada. Solo en la casa, me temo." Palmeó su bolsillo. "Ahora tengo el control de los códigos. Las puertas exteriores no funcionarán, así que nadie puede acompañarnos."
Escuché la voz de Felix detrás de Terry.
"¡Candy! ¡Piensa!"
Algo resonó en mi mente inducida por el miedo, y traté de recordarlo.
Códigos.
Códigos.
Lo recordé.
Códigos.
Neal dijo tres meses. Cualquier código utilizado en los últimos tres meses estaba cancelado. Había un código que no había sido utilizado por mucho más tiempo que ese.
Y sabía exactamente dónde encontrarlo.
Inhalé profundamente.
Me levantó una ceja, ignorando las maldiciones de Terry y sus amenazas. Neal sostenía el cuchillo en la luz.
"Uno," dijo.
Y corrí.
~oOo~
Atravesé corriendo la cocina, con un brazo rodeando protectoramente mi estómago. La puerta hacia el garaje era la única que no requería de un código. Podía abrirse por fuera y por dentro con una llave, y siempre tenía una en mi bolsillo. Era otra de las reglas de Terry en caso de incendio. Salir por el garaje que tenía su propio sistema de emergencia contra incendios. Perdí preciosos segundos tratando de meter la llave en el cerrojo pero pude abrir la puerta. Ya podía escuchar a Neal aproximándose a mí. En el garaje, me agaché entre los coches, con un objetivo en mi mente. Al otro extremo estaba el coche de la señora Grey —sin usar desde que Felix lo había metido de reversa. Le había mostrado el dispositivo con el pequeño pedazo de cinta en la parte de atrás, esperando que no se enojara mucho con ella. Sacudió su cabeza divertido.
"Ella nunca se dio cuenta que podíamos ver todos sus movimientos. Sabíamos sobre la cinta y el código." Había empezado a reírse. "Nunca entendió por qué no podía recordar, porque seguimos cambiándole el código y la cinta." Colocó el dispositivo nuevamente sobre el tablero. "Lo dejaremos aquí para ella."
Él nunca canceló su código. Las llaves se quedaron en el encendido de la forma en que ella siempre las dejaba. Terry siempre se reía de eso, diciendo que nadie se robaría el pequeño Escort por encima del resto de sus coches lujosos, y les ahorraba el tiempo a todos si las extraviaba una vez más.
Si podía llegar al coche y encenderlo, podría salir. Al menos hasta la reja donde podría provocar una escena y comprarme algo de tiempo.
Continuará....
Nos acercamos al final