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Hola chicas hermosas, les dejo el siguiente capítulo.
Gracias por sus lindos comentarios, los valoro mucho. ¡Les mando un gran abrazo de oso!
TU AMOR ME SABE BIEN
Capítulo 4.
Finalmente la lluvia había cesado, y ya era de noche. El cielo despejado era el lienzo perfecto para contemplar las estrellas, sin pensarlo mucho, Tom y Pony decidieron realizar una fogata. John junto a su hermano menor, se adelantaron llevando los trozos de leños, Pony y una de las muchachas de la cocina preparaban algunas jarras con chocolate, aunque seguramente la mayoría degustaría de una copa de vino que Tom les ofrecería. Del lado trasero de la hacienda había una pequeña loma no tan boscosa, ideal para estos propósitos.
Antes de que los comensales volvieran a sus habitaciones, Steves quién ya se había retirado de la mesa de Graham y Kleiss, invitó a participar de la fogata, emocionando a la mayoría de los presentes.
—¿Quién será el que está en esa mesa? —Ardlay murmuró a su amiga, quizás y ella también lo conocía.
—Mmm… No puedo verlo muy bien, y es que ese sombrero que trae puesto no me deja. ¿Por qué la pregunta? ¿Está guapo?
—¡Ni idea! — La rubia evadió rápido la pregunta, no quería que su amiga descubriera que desde hace ratos estaban dándose miradas furtivas—. Además, la mujer a su lado, seguro es su pareja.
—Ah, ya lo vi, oye sí está guapo. Pero qué lástima que tenga compañía—. Annie susurró—. Lo decía por ti, claro está—. Le guiñó un ojo, y Candice solo negó con la cabeza.
—Creo que no iré a la fogata—. Expresó la rubia, al tiempo que llevaba una de sus manos a la frente y cerró los ojos con fuerza.
—¡No inventes Candy!, ¿En serio vas a perdértela? Escuchaste a Tom, habrán marshmallow´s, vino, chocolate, cantaran mientras yo los acompaño con la guitarra, ¡ah! y Pony nos contará historias de terror, no seas aguafiestas, yo sé que eso te gusta.
—No es que sea una aguafiestas, pero el viaje, la empapada y la copa de vino, me han relajado… En verdad, por hoy, quiero dormir—. Dijo finalmente con voz apagada.
—Está bien, yo sí iré—. Respondió la ojiazul decidida y luego suspiró evocando sus recuerdos—. Cuando venía de vacaciones, las fogatas siempre eran unas de mis actividades favoritas, entre mi tía y Pony se debatían en quién contaba las historias más terroríficas.
—No me digas, tu tía contaba las mejores…
—Pues fíjate que no, los relatos de Pony eran de otro nivel. De hecho, hasta se volvió tradición esperar el amanecer, pero porque en el fondo, todos teníamos miedo de volver a nuestras habitaciones oscuras y tenebrosas—. Ambas se rieron— Bueno, vámonos porque debo ir a cambiarme y tú a entrapajarte.
Candice de vez en vez miraba al hermoso vaquero, Annie le habló quedo—¿Acaso no ves?
—¿Qué cosa? — Preguntó espabilada la rubia.
—Qué es un hombre prohibido y la mujer a su lado es su dueña. Sabes qué, vamos a la fogata, quién quita y tengas suerte…
Y la gota que estaba por derramar el vaso, llegó. Candice estaba buscando un buen momento y al fin había llegado—Ya vas con tus cosas Annie, te dije que no vengo a buscar compañía masculina—. Su tono de voz fue serio.
—Sí, si… Pero, oye estuve observando a algunos...
Y de nuevo la volvió a interrumpir—¡Basta! —Frunció sus finas cejas—, prometiste dejar de molestar con ese asunto, y por romper tu palabra, te toca invitar la cena—. Dijo esto último y se alejó, solo aprovechó la oportunidad en huir, porque el guapo hombre frente a ella, desde hace rato estaba poniéndola de los nervios.
Más tarde, Candice despertó con algo de sed. Alcanzó una botella de agua pura que estaba sobre su mesita de noche y bebió, luego se entretuvo viendo los estados que Annie subía al WhatsApp. De pronto sintió ganas de ir a acompañarla, pero descartó la posibilidad, porque no tenía ni la más remota idea de a donde ir a buscarlos.
Se asomó a la puerta que daba al balcón, era una noche fresca, así que la abrió pasmosamente, la estridulación de los grillos la recibió y eso le fascinó, también se deleitó con el sonido del agua al emerger de una de las fuentes cercanas, cerró los ojos e inhaló con ansias el aroma perenne del mosto, que una leve ráfaga de viento llevó a su pequeña nariz.
Esos detalles tan simples la hacían sentirse dichosa, viva, aquello era perfecto, le hubiese gustado permanecer en ese lugar para toda la vida. Sin embargo, eso no podría ser, ya que al volver a Chicago tendrían muchas ocupaciones, para empezar, debían instalarse en las clinicas médicas que Will les había conseguido.
Suspiró y envió un beso al cielo, deseaba con todo su corazón que sus padres estuvieran orgullosos de ella por sus logros, ellos eran su motivación del día a día.
Como ya no tenía sueño quiso ir a caminar, solo se cambió el pijama por algo ligero, igual, nadie iba a verla. Bajó las escaleras y se adentró en un inmenso jardín, sus pasos siguieron un sendero que estaba rodeado de diversidad de plantas y enredaderas. El camino estaba levemente iluminado por pequeños faroles solares.
El angosto sendero parecía no tener fin, había gradas de madera rústica, que subían y bajaban, no supo por cuanto tiempo caminó, pero cuando sus pies le pidieron un breve descanso, no encontraba un lugar adecuado. Soltó tremendo grito cuando un animal le cayó encima.
No estaba sola en el sendero, ya que otra persona había pensado también en tomar una caminata nocturna, tal y como él estaba acostumbrado. El apuesto hombre se había detenido a revisar unas fotografías de un complejo hotelero que estaba en subasta, la oferta parecía demasiado tentadora, él y Rob, lo estaban considerando. En eso estaba cuando escuchó el grito de la chica. Los faroles no iluminaban mucho, pero por lo menos le ayudaban a orientarse, de nuevo oyó el grito, así que corrió a donde lo guío su instinto.
—¡Shhh! No te muevas—, se acercó con cautela, ella trataba de controlarse, pero le era casi imposible, su respiración era acelerada, estaba muy asustada—. Ven amiguito—. Al estar frente a la rubia, Terius se llevó al pequeño animal contra su pecho y lo acarició.
La rubia se quedó sin palabras, no solo por el reciente susto, sino al reconocer al hermoso hombre frente a ella, mismo de quién había huido en el restaurante. Claro, ahora ya no lucía como un granjero, es decir, un vaquero, sino vestía de manera deportiva. A pesar de las sombras nocturnas, pudo detallar su nariz respingada, mandíbula afilada y una intensa mirada, tan intensa que su corazón se saltó un latido. 
—Gracias—. Respondió ella saliendo de su letargo. Él le dio una sonrisa de lado, mientras seguía con el indefenso animal entre sus anchos brazos.
Terius no podía estar más feliz por la coincidencia, desde que la había visto en el restaurante le pareció demasiado atractiva, y ahora que medio podía detallarla, confirmó que estaba en lo correcto. La mujer tenía el privilegio de poseer una belleza natural, su cabello era largo y rizado, no podía distinguir bien el tono de sus ojos, porque ella no se lo permitía al evadir la mirada, sus largas pestañas y cejas, juntas, hacían una armonía perfecta en ese bello rostro. La nariz era pequeña y respingada, y sus finos labios le parecieron tan deseables. A pesar de estar asustada, era preciosa ante sus ojos.
—¿Te ha hecho daño? — Preguntó entonces, con esa gruesa voz que a ella le erizó la piel.
—No, solo fue el susto—. Ella respondió.
—Le preguntaba al mapache—. Terius la vio con diversión.
Ella hizo un gesto gracioso, quiso darle un manotazo pero se contuvo, al fin y al cabo era un desconocido. Recordó a la mujer que lo había estado acompañando, así que resolvió en marcharse, estar sola con él, era demasiado peligroso, no porque le infundiera miedo, sino porque el hombre le parecía una infame tentación.
El castaño percibió sus intenciones, así que antes de que saliera huyendo, se ofreció en acompañarla—. Si me permites, puedo acompañarte.
Ella quiso rechazarlo, pero el impulso le ganó a la razón— Esta bien—. Terius asintió, el seguía con el tierno mapache en sus brazos— ¿No lo dejarás? — Le cuestionó Candice, temía que el animalito le saltara de nuevo y la mordiera.
—Claro que sí—. Entonces él se agachó— Adiós amiguito—dijo y lo dejó ir entre la arboleda. Se sacudió y se incorporó al lado de la doctora—. Listo. Por cierto, soy Terius—. Se presentó, moría por saber el nombre de ella.
—Mucho gusto Terius, me llamo Candice, pero puedes llamarme Candy—. Ambos se sonrieron.
—Un nombre muy adecuado para una señorita tan encantadora—. Le dijo con galantería, ella se sonrojó, por supuesto, gracias a la oscuridad él no pudo notarlo—. ¿Y a dónde es que ibas?, claro, si se puede saber…
—Pues, solo salí a caminar. Quería saber hasta dónde me llevaría el sendero.
—Estamos en las mismas, salí a tomar aire fresco. No iba muy lejos de ti cuando escuché que gritaste.
—En verdad lo siento, es que pensé que me había atacado un lobo, un puma o una serpiente…
El castaño se carcajeó —No existen tales animales por este sendero, bueno eso me dijo Steves.
—Sentí caer algo sobre mí y pues mi mente pensó en esos animales, aunque ahora que lo pienso con la cabeza fría, creer que era una serpiente es como que medio loco, ¿no crees? …
Él dijo divertido—Sí, sería una serpiente demasiado extraña.
Llegaron a una cuchilla con dos caminos, se detuvieron, fue en ese momento en el que se percataron de que escogieron el camino incorrecto.
—¿Y ahora? — Se preguntaron al mismo tiempo.
Continuará...
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Última edición por AstridGraham el Dom Abr 14, 2024 9:44 pm, editado 2 veces (Razón : Actualización link capítulo 5)
me está encantando
gracias amiga
nuestros rebeldes se perdieron 
