Desde niña no me quedó la opción que ser la mejor en todo. Tuve una vida precaria nos faltó de todo, principalmente amor. Fui al colegio local, y conseguí una beca para estudiar enfermería, logré graduarme con honores, ser la mejor, conseguir un puesto en el hospital Santa Juana, luego jefa de turno, hasta llegar a jefa de enfermeras.
Mi vida cambió un día que el director del hospital me informó que una de las familias más pudientes de la ciudad solicitaba un equipo completo de enfermeras 24/7 A mí se me llevó para hacerme cargo de ese grupo. El sueldo me sedujo, era mas de lo que ganaba en el hospital.
Al principio todo estuvo tranquilo yo iba dando las instrucciones, siguiendo las órdenes del doctor que venía. Asignando los tunos, los permisos y todo lo relacionado a lo administrativo. La señora de la casa había tenido un accidente, solo movía los ojos, y un par dedos.
La casa era una mansión en el centro de la ciudad, los hijos de la señora venían muy poco, el esposo manejaba sus negocios mayormente desde su casa, a veces salía de la ciudad y volvía pronto
Un día el dueño de la casa me hizo un cumplido, pero lejos de molestarme, me gustó, fue muy amable. Los cumplidos comenzaron a hacerse frecuentes, junto con un primer regalo, una fina cajita de chocolates, nunca nadie me había hecho un regalo, y algo dentro de mí me hizo sonreírle.
Mi sueldo de aquel mes fue mayor al del mes anterior, fui a su estudio para decirle que yo era una persona honrada, el me convenció con su dulce manera de hablar, "de que yo lo merecía".
Los regalos comenzaron a hacerse frecuentes, los cumplidos pasaron a piropos, y después a insinuaciones. Y yo que nunca había tenido nada, estaba como drogada, comencé a necesitar esas palabras y atenciones. Le acepte sus primeras caricias, y luego dejé que me besara y tocara más allá de lo permitido, un día me puse de rodillas, cerré los ojos y mecánicamente me puse a laborar. Me autoconvencí de que merecía cambiar, y "él me ayudaría".
Empezamos a pasar las noches y tiempo libre en sus suaves sabanas, aunque a él le costaba mucho “izar la bandera”, yo lo entretenía con tratamiento, básicamente “El trata y yo miento". Debo reconocer que varias veces logro que yo llegara al orgasmo, cuando yo le administraba una pastilla, sin que él lo supiera.
Y así paso que los empleados de la casa se dirigían a mí, pase a la mesa principal a compartir las comidas con el señor, tenía un auto a mi disposición para salir, me sentí como mujer acomodada, comprando ropa en las tiendas que solo había visto por las vitrinas, ya no había más ropa interior de supermercado, ni zapatos baratos, empecé a ir al salón de estética, cambie mis gafas anticuadas, por lentes de contacto, todo era cosa de abrir las piernas.
Llego un momento en que solo usaba el uniforme de enfermera en forma exótica. Ya no nos importaba escondernos de la señora Sarah, y descaradamente dejaba que el señor Leagan jugueteará conmigo frente a ella.
Ahora estoy en el cuarto de él, mirándome al espejo presumiendo un collar de perlas de la enferma, vestida solo con la bata corta de seda, y una braguita de color rojo como a él le gusta.
¡Si! soy la señora de la casa, la futura señora Leagan.
Nota: el cadáver de la señorita Hamilton fue hallado en el cuarto principal del segundo piso, a su lado Sarah Leagan, con un candelabro ensangrentado con restos óseos
En su ojo izquierdo un cartel adherido con un cuchillo de mermelada.
"Nunca serás primera dama".
Última edición por Mayosiete el Jue Abr 11, 2024 9:13 pm, editado 1 vez