CONFECIONES DE SOCIETY OF THE DEVIL
Ese día por la tarde alguien del teatro vino apresurado a buscarme, solo me dijo que algo le había pasado a mi Susy, salí corriendo de la casa. No tuve tiempo de tomar mi chal y mi bolso, me fui con las manos vacías con las manos vacías porque realmente en ese momento nada importaba más que mi hija.
Cuando llegue al teatro Robert Hathaway me esperaba a las puertas del aquel recinto para informarme que una ambulancia se había llevado a mi hija al hospital más cercano, me sentí muy desesperada por no saber en que estado se encontraba mi hija, no podía para de llorar,esto que nos estaba pasando era una verdadera tragedia.
Me guio hasta su automóvil donde su chofer ya nos esperaba. En el camino me conto lo que paso, según él, el accidente fue culpa de un tramoyista que cometió el grave error de no asegurar de la manera debida las luces que iban en lo alto del escenario justo encima de los actores, pero no entendía porque solo Susy salio herida y las demás personas no. Por el momento no le di importancia así que no pregunte, lo único que deseaba era estar junto a mi niña adorada.
El señor Hathaway me aseguro que mi Susy tendría la mejor atención médica que la compañía pudiera darle, además me solicito de una manera muy cordial que no ejecutara ninguna acción judicial en contra de ellos. En esos momentos no sabía que responderle hasta que supiera el estado de salud de mi hija y así se lo hice saber.
Cuando llegamos al hospital, muchos de los actores que ensayaban junto a mi hija se acercaron a mí y me expresaron como se sentían ante tal accidente y me expresaron su preocupación por el estado de Susy. Alguien señalo a un joven que se encontraba alejado del grupo de personas como responsable del accidente, en ese momento no entendía porque decían tal atrocidad, pero conforme me ponían al tanto de toda la situación entendí que él era el culpable de Susana estuviera herida y en una sala de operaciones al borde de perder la vida.
Después de unas horas que fueron eternas el médico salio del quirófano y puso al tanto del resultado de la operación, no pude más que soltar un grito espantoso acompañado de un llanto incontrolable, la tristeza y el dolor me embargo pero después surgió la ira tan grande injusticia; el futuro de mi hija había sido trucado, todos sus sueños ahora solo serán eso, me volqué en contra de aquel joven. —Por tu culpa mi hija quedo paralitica. —Le grite acercándome a él.
—Señora, yo, yo, lo siento. —El joven tenía sus mejillas húmedas y sus ojos enrojecidos.
—Lo sientes ¡de verdad! No lo creo. Pero te juro que esto no se va a quedar así. Te tienes que hacer responsable por lo que le paso a mi hija. ¡Tú eres el único culpable! el único —me abalance sobre él y lo tome con fuerza el chaquetón del traje de Romeo que aun llevaba puesto. El chico quedo pasmado con mi acusación y le sentencie —Te vas a hacer cargo de mi Susy de hoy en adelante, ¡entendiste! —El chico no dijo nada, se quedó callado.
—Señora entienda, Terry no tiene la culpa, ya se lo explique.—Me dijo en tono molesto el señor Robert. Pero en ese instante no entendía razón alguna, solo veía nuestro panorama destrozado.
Los días pasaron lentos e interminables, Susana está sumida en una depresión espantosa. Solo pide ver a Terrence y ya le he explicado que se encuentra en el teatro cumpliendo con su trabajo y no puede verla hasta que termine la función; me entere por los periódicos que la puesta en escena es un rotundo éxito, pero nadie se ha puesto a pensar que toda esa publicidad gratuita y el éxito que tiene la obra de Romeo Y Julieta se las dio Susana por el morbo del accidente, porque los cotilleos no paran de victimizar a la víctima.
Terrence me ha comentado que ya tiene una casa lista donde viviré con Susana y él se hará cargo de todos los gastos de manutención de ambas, pero yo no se la voy a dejar tan fácil porque presiento que se quiere zafar de su responsabilidad y no se lo voy a permitir. Quiero que él viva con nosotros para que cuide de ella y se dé cuenta de lo inútil que es una persona a la que le falta una pierna.
Se lo hice saber de una manera tajante y sin margen de réplica y Terrence no tuvo más remedio que aceptar. Es un chico sin familia, sin amigos que aboguen por él y por ahora sin voluntad propia por la culpa que experimenta. Y es precisamente de lo que me voy a aprovechar para poder vivir cómodamente y con uno que otro lujo, porque si mi Susy ya no está en posición de dármelos por su culpa, él está obligado a satisfacerlos.
Los años pasaron y Susana sufrió de diversas enfermedades debido a que nunca se recuperó totalmente de la pérdida de su pierna. Y estoy totalmente segura que con ella también sufrió Terry, y yo con ellos porque después de un tiempo comenzó a despertar en mi la mujer que estaba oculta y comencé a desear carnalmente a este hermoso espécimen; me enamoré del hombre que le pertenece a mi hija. Se que es gran pecado ante los ojos de los demás pero para mi solo es amor; un amor que debe de seguir oculto en lo mas profundo de mi ser.
Día a día crecían en mí, unos celos enfermizos hasta el grado de maltratar a mi hija porque no quería que estuviera cerca de él, no lo podía soportar, sentía que me volvía loca cuando él le sonreía. Susy no entendía el porque mi actitud, solo me decía que comprenda que estuviera malhumorada y que era su culpa por ser una inútil y una carga; ahí era cuando mi corazón se rompía en mil pedazo y me corroía el remordimiento y este aumento conforme se deterioraba la salud de mi hija.
Paso lo inevitable Susana murió, Terrence siguió viviendo conmigo en la casa. Me sentía realmente contenta porque me encargaba de todo lo relacionado con él; le tenía lista la comida cuando llegaba del teatro, le alistaba su ropa cuando estaba listo para levantarse y comenzar el día, le limpiaba su habitación, llegué a sentirme como su pareja, fantaseaba, porque lo único que nos faltaba era intimar, pero él siempre se portaba osco, cortante y evasivo ante comentarios e insinuaciones o tal vez no fui lo bastante clara y mis acciones no demostraron lo que siento.
Un año y medio después del deceso de mi hija me notifico que vendería la casa y me depositaria mensualmente una pensión por algún tiempo, para que tuviera la oportunidad de buscar un trabajo y mantenerme sola. Ese día entre al despacho donde Terrence se encontraba y le grite a la cara lo que siento por él.
—No puedes hacer eso Terry.
—¿Por qué no señora? Susana murió y con ella mi compromiso.
—Porque tienes que permanecer a mi lado hasta que yo muera. —Terry me miro fríamente y me hizo saber su postura.
—¡Acepte una culpa que no era mía! ¡Una responsabilidad que no era mía! El accidente no fue mi culpa y usted lo sabe muy bien.
—Susy te salvo de la muerte.
—Fue un acto muy noble por parte de su hija. Pero yo nunca le pedí que lo hiciera.
—Por tu culpa mi hija trunco su carrera, ella era una gran actriz y tú le cortaste las alas.
—¡No señora, se las corto ella sola!. Fue su decisión y de nadie más. Y ya pagué bastante por ese gran acto.
—¡Noo! ¡Tú no me puedes dejar! no me puedes abandonar.
—¡Claro que puedo! ahora no tengo ningún tipo de compromiso con usted. Y en este mismo instante me marcho, mis maletas están listas y usted tiene hasta fin de mes para salir de la casa.
—No me puedes abandonar, yo te amo Terry, te amo como no pensé hacerlo en esta vida. —Vi como el rostro de Terrence quedo en shock, no podía creer lo que le estaba diciendo. Su voz la escuche fuerte y lo que dijo que rompió el alma en pedazos.
—¡Nunca¡ escúchelo bien señora Marlow ¡nunca le di motivos para que tuviera esos sentimientos hacia mi persona!. Olvídelos porque son una monstruosidad ¡usted es la madre de la mujer con la que viví por muchos años! y por favor señora sea coherente usted es una mujer mayor que podría ser mi madre. —Salió del despacho y a continuación escuche como se cerró la puerta de la entrada principal.
En ese momento sentí que mi mundo se vino abajo, me había abandonado. Me erguí orgullosa como mujer porque no me quedaba nada mas y salí de la casa, camine sin rumbo fijo hasta que llegue al puente que esta sobre el gran rio, no lo pensé y me arroje a las aguas frías y mansas que se movían lentamente para que me dieran un poco de paz.
Fin.
Espero que la lectura haya sido de tu agrado
Gracias por acompañarme en esta gran aventura