Nuevamente gracias al equipo de TSD por la confianza.
.
Siempre fui la buena, me crie en un orfanato en Illinois, y ahí vivía cuando me empezó a picar al bichito de la maldad, ya que mi amiga Annie me “dejó harta” llorando por todo, le dije un día:
- “que tal, salgamos de aquí y huyamos”-, bueno en realidad le dije -vámonos de paseo-
así yo tendría un momento de distracción de tanto niño que cuidar.
En nuestra aventura nos metimos al rio, ella gritaba que tenía miedo, me dieron ganas de ahogarla, unos perros dieron la alerta y nos salvaron. Todos pensaron que yo la había rescatado, luego de unos días, a “Annie la aburrida” la adoptaron como lo hicieron con Tom, y otros chicos del hogar.
Paso un tiempo en que me llevo una familia rica a trabajar, los Leagan, para hacerle compañía a la señorita de la casa, Elisa era tan presumida y desagradable, que los días se volvieron un suplicio.
Así que fui poniendo cara de sufrida como lo hacía Annie, me hice amiga de unos parientes de los Leagan, tres muchachos de la poderosísima familia Ardlay, entre ellos Anthony el guapo prometido de Elisa. Ellos consiguieron que se me adoptará.
También levanté con engaños el novio a la señorita, a esta altura ella era mi prima, me gustaba verla hervir de rabia, aunque no duro mucho, de camino a su escuela privada, Anthony volcó en auto y falleció en el momento, no hubo tiempo de llorar, la familia nos envió a todos a estudiar a Londres a un colegio católico, a olvidar la pena, donde conocí a un muchacho que me llamó la atención porque era el hijo de un duque.
Era un tipo estupendo, un adonis, un Dios griego, el sueño de toda adolescente con hormonas saltarinas, a su paso en motocicleta volvía locas a todas las chicas, me dije- el será mío- puse mis antenas en su dirección y me puse a coquetear con el duquecito, él se fijó en mí y me convertí en la envidia de todas las chicas. Aquí donde vine a pagar mis pecados porque me enamoré perdidamente de Terry, el heredero del duque de Grandchester, y él se enamoró de mí.
Tuvimos un intenso romance, nos divertimos huyendo del colegio, la pasamos muy bien en los rincones del internado, hasta que mi querida prima se puso "verde de rabia" y nos delato con las monjas del colegio, nos pillaron una noche a Terry y a mí, en su Aston Martín deportivo con un innegable olor a mariguana, los pantalones abajo, bueno a él con los pantalones, y a mí con las bragas en los tobillos, las monjas nos echaron del colegio.
A Terry lo vino a buscar su madre hippie, antes de que llegara su estirado padre y se lo llevo rápido a Los Ángeles, me dejo una nota con su dirección que rompió la superiora en mi cara, yo no memoricé su número de celular (quien lo hace) con la rabia de la expulsión me fui a encerrar al baño y se me cayó el teléfono al escusado, y él se quedó sin teléfono cuando lo arrojo en la pared de la directora, estúpidamente perdimos contacto.
Termine aquel año obligada por mi padre adoptivo en otro colegio, esta vez en Chicago, también a cumplir con un voluntariado en el hospital local. Ahí vi en las noticias a Terry, él se destacaba en la actuación, tomé un avión y lo fui a buscar. Me encontré con una blonda muchacha Susana Marlow que no me dejo pasar al estudio, me lo negó, yo sabía que estaba ahí, alegamos, caímos al suelo jalándonos los cabellos, a los gritos salieron más personas y él llegó, nos vimos a los ojos, corrí a sus brazos el me levanto en el aire, enrede mis piernas en sus caderas, nos besamos ante la mirada atónita de la rubia despeinada.
Reanudamos nuestro loco romance, el venía a Chicago y yo iba a Los Ángeles, hasta que cumplí 18 y pudimos mudarnos juntos.
Un poco antes de terminar de rodar una película, Susana que también era actriz tuvo un accidente en escena, salvando a Terry de morir atropellado, ella perdió una pierna, la prensa lo hicieron sentir culpable, decían de que tenía que quedarse con ella para siempre, porque ella lo amaba más que a nadie en este mundo, pero yo no iba no iba aguantar eso.
La fui a visitar al hospital, a ponerle las cartas sobre la mesa, recordarle de que él era mi novio y que solucionara ese enredo.
No la encontré en su cuarto, Susana había salido a la azotea tal vez con intenciones de suicidarse, estaba con más de la mitad del cuerpo fuera de la cornisa, me dijo que amaba a Terry y no se iba a interponer en mi felicidad, yo la miraba tranquilamente, me grito que se iba a suicidar, saque un cigarrillo de mi bolso, ella seguía amenazando con lanzarse al vacío, la vi insegura, se escucharon murmullos, gritos, pasos apurados, era el personal del hospital, la madre de ella, y Terry, me puse a gritar como loca “SUSANA NO TE TIRES”, pero... ayudé empujándola.
Candice W. Duquesa de Granchester.