No se atrevía a preguntarle directamente a su esposo detalle alguno, sólo se limitaba a observarlo por si dejaba entrever que estaba al tanto de la presencia de esa mujer en la ciudad, pero Anthony se había levantado y preparado para ir a su trabajo como cada día. Cosa que empeoró el estrés de Anny quien temía que en algún momento del día ellos se fuesen a encontrar en su oficina o en otro lugar.
Al darse cuenta que no podía seguir así decide ir a corroborar si su marido le era infiel. Cuando llega a la oficina la secretaria le dice que el señor no se encuentra, por lo que le indica al chofer que arranque el motor y empieza a recorrer la ciudad. Para su desgracia no lo vio por ningún lado por lo que se rinde y vuelve a su casa, la cual no encuentra a nadie más que al personal de servicio.
Anthony estaba con Robert y Jason montando a caballo en el club mientras les cuenta que Candy había regresado, la impresión que le dio verla nuevamente y lo hermosa que estaba; sus amigos aguantaron estoicamente sus desvaríos, no lograba decidirse si todavía amaba a esa mujer o estaba resentido por haber intentado deshacerse de su hijo por lo que intentaron calmarlo un poco bebiendo coñac.
Cuando regresa a su casa se encuentra a una Annie muy mal humorada, la cual se abalanza sobre él con reproches.
-¿Por qué llegas tarde?
-Lo siento, me retrasé porque estuve tomando algo con mis amigos.
-No es así, estabas con ella ¿Verdad?
-¿De quién hablas?
-¡De Candy! ¡Estabas con esa mujer!
-¿Pero qué dices? ¿De dónde sacas ese absurdo? Ya te dije que estaba con mis amigos. No entiendo por qué te pones de esa manera, tranquilízate.
-No puedo, estoy segura que toda tu familia está conspirando para alejarte de mí, por eso trajeron a esa a la fiesta de cumpleaños sin nuestro conocimiento.
-Será porque la tía estaba organizando la fiesta.
-Por eso mismo te lo digo, ha sido muy calculadora al respecto. No puedes permitir que hagan eso, Candy ya no es tu esposa, merezco respeto. Tú debes mantenerte alejado de ella.
-Mira, ésta conversación me está dando dolor de cabeza, así que será mejor que lo dejes ahí. Y olvídate que la tía o alguien está conspirando en tu contra porque no es así.
Sentenció ferozmente para que ella dejara de seguir alegando absurdos, lo que menos quería es que le estuvieran interrogando o reprochando cosas que no ha hecho.
Lastimosamente los días siguientes tuvieron la misma tónica, pues para Annie el no conocer el paradero de Candy le daba la impresión que su marido la tenía escondida en algún lado para poder tener encuentros más íntimos. Así como lo había hecho cuando ellos eran amantes.
Por más que él le dijera que no sabía nada de ella eso no apaciguaba el furor de su esposa por lo que terminaba largándose de la casa e ir a un bar a beber con sus amigos. Hasta que por casualidad escuchó a la tía Elroy comentarle a la señora McGregor que Candy estaba en Londres y le iba muy bien. Saber eso hizo que liberara un suspiro, realmente ella había soltado a su marido, pero se preguntó.
-Entonces ¿Con qué mujer se está viendo Anthony?
Ajenos a todo ello lejos de Chicago, parecía que alguno de los dos estaba procurando que se dieran esos encuentros casuales. En un principio Candy recordó que había acordado que se mantendría alejado de Grandchester, por el bien de su honor y su consciencia, pero cada vez le era más complicado cuando se lo terminaba encontrando hasta la vuelta de la esquina, aunque no podía negar que realmente se la pasaba bien en su compañía.
Poco a poco empezaron a sentirse más cómo en la compañía del otro y ella aprendía a esquivar sus insinuaciones y atrevidos comentarios. Esa noche había aceptado su invitación al teatro y luego a cenar, ya en el recibidor de su casa Candy le estaba agradeciendo por una velada estupenda cuando él se atreve a besarla, algo que ambos estaban deseando desde hace mucho, pero que no se habían atrevido a pedirlo.
Sí, realmente lo deseaba. Ese hombre le atraía, seducía y hacía sentir bien. Con manos diestras se aventura a recorrer su figura logrando estimular y encender su deseo; no había tiempo para buscar la alcoba por lo que la sube a la cómoda que estaba ahí para luego posicionarse entre sus piernas. Su boca besa la sensible piel en su cuello mientras que su mano hurga en su centro; Candy se estremece por las caricias y deja que él haga lo que se le antoje.
Terry se baja la cremallera de su pantalón para dejar libre a su miembro que está ansioso por penetrarla. Le quita la ropa interior para poder tener acceso, luego lleva su falo hasta su sexo y lo roza de arriba abajo para estimularla; siente la suavidad de sus labios y como éstos se humedecen, su garganta suelta gemidos que le indican que está lista, por lo que se introduce hasta llenarla por completo. Devora sus labios vorazmente mientras mueve sus caderas una y otra vez. Candy se aferra a ese cuerpo en un abrazo mientras siente que la cara le arde; le arde de vergüenza, de placer y éxtasis.
Había estado conteniendo sus ganas por tanto tiempo que poder estar así finalmente era una maravilla. Siente como las paredes de su vagina se contraen cuando llega a su orgasmo, por lo que le roba el aliento con besos mientras llega a la cúspide de su placer. No puede evitar sentirse satisfecho y a la vez molesto consigo mismo por haber terminado tan pronto.
Se da cuenta que ella aún está aturdida, así que tras acomodarse los pantalones la levanta en brazos y la lleva a su habitación. Candy se ríe como una niña mientras él la carga, no se puede creer que lo esté haciendo, aunque le agradece. Le indica en dónde está su recamara y la deposita suavemente sobre la cama.
-Eres una mujer muy encantadora.
-Por favor, no me digas.
-Sí, con esos ojitos y boquita seductora has conjurado un hechizo sobre mí, ahora soy tu esclavo y me siento en la obligación de satisfacer esos pensamientos pecaminosos mi estimada señora.
-¡Yo no tengo pensamientos pecaminoso! Eso serás tú.
-Ves, eso es por ti… mira lo que me obligas a hacer.
Se mofa a la vez que empieza a quitarle la ropa para depositar besos en cada centímetro de su piel. Candy se ríe pues no se cree que esté haciendo eso, pero se deja acariciar y que ese hombre le haga sentir como una mujer… y viva.
Acarician sus cuerpos y se entregan a la pasión. La hace girar sobre la cama para enseñarles posturas y movimientos que le propinan placer a su gusto, y agotan todas sus energías. La rubia se desploma a un lado sintiendo que no puede seguir más el ritmo.
-Por lo visto eres inagotable.
-Mmm… eso siempre me pasa cuando tengo un hermoso pastelito por comer.
-¿Ahora soy yo un pastel?
-No, tú eres mi método para evitar engordar por el postre de la cena. Y lo hago con sumo placer…
Le susurra al oído mientras su mano toca el cuerpo femenino, aprieta su trasero y luego lo acomoda para poder tener acceso. Candy se asusta al percibir que quiere entrar por donde no es.
-¡Ey, ahí no!
-¿Estás segura? Porque te puedo decir que lo puedes disfrutar y mucho.
-¡No! ¡Ni se te ocurra!
Exige casi en pánico e intentando levantarse de su lugar, no estaba dispuesta ni preparada para eso, además de brotar un pensamiento el cual no sabía si debía o estaba segura de querer saber. En dónde aprendió o quién le mostró que se puede tener sexo por ahí. Sin embargo, sus pensamientos se detuvieron al recibir esas caricias que suelen derretirla, entonces siente como vuelve a ser penetrada mientras Terry la abraza y muerde su oreja, son envueltos nuevamente por el placer y los gemidos inundan el lugar.
Él la hace girar para terminar boca abajo mientras sigue con sus contundentes arremetidas, Candy se agarra con fuerza a las sábanas mientras Terry se introduce vez tras vez hasta que alcanzan el clímax juntos. Luego vuelve a la posición anterior para poder seguir abrazándola mientras recuperan el aliento, sin darse cuenta se quedan dormidos.
A la mañana siguiente se encuentran tomando el desayuno conversando graciosamente sobre lo adolorido que sentía el cuerpo Candy cuando llega su amiga Patty.
-Buenos días Candy, hola Terry.
-Hola Patty ¿Qué te trae por aquí?
-Vine porque… bueno…
-Anda… habla que me estás asustando.
-Es que… verás. Estoy muy preocupada, me acabo de enterar que la abuela se escapa por las noches.
-¡¿Qué me estás diciendo?!
-Sí. No sé a dónde va, y hoy cuando le pregunté me dijo que eran invenciones mías… pero yo sé que no es así, no tengo ni idea en lo que se está metiendo.
-Tranquila Patty, seguro no es nada serio.
-Ya, pero ¿Qué hago?
-Siempre puedes perseguirla.
-¡Terry!
Le reprocha la rubia por su poco tacto, él se disculpa con una sonrisa y se explica.
-Bueno, si no quiere decir qué es lo que hace, de alguna manera tiene que averiguarlo. Lo que se me ocurre es eso, nada más.
-Sí… él tiene razón. ¡Ay! Pero no… yo no me atrevo.
-Bueno, no te preocupes, puedo hablar con ella. ¿Te parece?
-Gracias… muchas gracias Candy, sabía que tú podías ayudarme.
-Para eso están las amigas.
Le dice para tranquilizarla. Terminan de tomar el desayuno y la rubia le asegura que ella se encargará de saber lo que estaba pasando, esa misma tarde se pondría en eso. Terry se despide de las damas para ir a su trabajo.
Cuando está por oscurecer Candy decide que es el momento de ir a ver a la abuela, es entonces que se sorprende de encontrar a Terry en su portal.
-¿Qué haces aquí?
-Vine a verte.
-Pero ahora mismo voy de salida, me temo que no puedo atenderte.
-Ya lo sé. Sé que vas a ver a la abuela Martha, déjame acompañarte.
-¿Estás seguro?
-Sí, no puedo dejar que andes deambulando por las calles en una ciudad que casi no conoces.
-Que voy a hablar con la abuela, no a perseguirla.
-Está bien, como tú digas.
Acepta con una sonrisa para luego ofrecerle su brazo y mostrarle el coche listo a su servicio. Ella sonríe y agradece; emprenden el camino hacia la residencia de los O´Bryan para llegar justo en el momento que la abuela sale de la residencia de una manera sospechosa.
-Bueno, ahí la tienes. ¿Prefieres bajar y hablar con ella o seguirla para saber qué es lo que está haciendo?
-Está bien Terry, sigámosla.
Acepta de buena gana y prosiguen a hacerlo. Tras seguirle el rastro por varios minutos descubren que entra en un hospital. Candy se preocupa, puede ser que la abuela esté muy enferma y no se atreva a decirle a su nieta que se puede morir en cualquier momento.
Terry apaga el motor y desciende rápidamente para ir a abrirle la puerta a ella. Cuando entran en el edificio recorren los pasillos en su búsqueda, hasta que unas voces llaman su atención.
-Pero señora, es su dinero, tiene que aceptarlo.
-No… ya te dije que no. Sólo hago esto para distraerme, no hace falta que me pague.
-¡Abuela! ¿Qué es lo que está pasando?
Interrumpe Candy preocupada, llama la atención de todos quienes se sorprenden de su presencia. Tras las presentaciones el caballero le explica que la señora trabaja limpiando en el hospital, que le está entregando su sueldo, pero ella se niega en aceptarlo. La rubia comprende lo que pasa y le sugiere al señor que lo utilice para pagar la cuenta de algún paciente que tenga pocos recursos.
Él dice que no puede hacerse cargo de tal cosa, por lo que Terry accede a ocuparse de ello. Toma el dinero y le pide que lo guie hasta recepción, mientras deja que Candy hable con la abuela. Martha le explica que siempre había querido saber lo que era trabajar.
-Sé que es una completa aventura, pero me siento muy viva.
-Abuela, Patty está muy preocupada por ti, no debiste hacerle ésto.
-Ya sé que mi nieta no tiene tanto valor ni coraje, por eso no quise asustarla de esa manera.
-Pero pudo habérmelo contado a mí, y le habría ayudado. Estoy segura que hay una manera de poder hacer esto sin necesidad de ocultarse… y se me ocurre una idea.
-¡Oh, pero qué lista es mi niña! ¿Qué se te ocurre?
-Déjelo en mis manos. Ahora, será mejor que volvamos a casa, Patty estará muy angustiada por usted.
Le suplica a la vez que le ayuda a ponerse en pie. Terry les está esperando a la salida y les ayuda a subir al coche para luego llevarla hasta su casa. Candy le explica las cosas a su amiga quien estuvo por desmayarse varias veces mientras escuchaba los hechos.
Nuevamente en su residencia la joven le agradece su ayuda, él le dice que está dispuesto a recibir el pago en especias, Candy sólo suelta una risa ante tal atrevimiento, no se puede creer que todavía tenga ganas de más. Grandchester le hace ver que es tarde y que no han cenado por lo que se ofrece a prepararle algo.
-¿Sabes cocinar?
-Para tu sorpresa, hago unos emparedados fabulosos.
Se jacta graciosamente de su habilidad, ella lo observa como desenvuelve sus artes y ríe ante el desastre que arma, para finalmente confesarle que la señora del servicio siempre le deja la cena lista.
-¡¿Y has esperado hasta el último momento para decírmelo?! ¡Qué cruel de tu parte!
-Ha, ha, ha… es que te vi tan ilusionado por cocinar que no te quise quitar el impulso, pero visto lo visto, habría sido lo mejor.
-Niña traviesa, se me ocurren unas cuantas maneras de castigarte por burlarte de mí.
Asevera mientras le propina una nalgada y besa el cuello. Tras unas cuantas caricias Candy logra liberarse y convencerle que deben comer algo. Disfrutan de una copa de vino y carne mientras ella le cuenta su plan, a Terry le parece la idea por lo que ofrece su ayuda en lo que haga falta.
-Estaba muy deliciosa la cena, puedes felicitar a la cocinera de mi parte.
-Así será.
Dice a la vez que deja los platos sobre la encimera y se gira para tomar la bandeja que trae él; una vez con las manos libres Terry la abraza y deposita besos por su rostro y cuello para finalmente susurrarle al oído.
-Ahora tengo un hambre voraz por comerme el postre.
-¿Ah sí?
-Rotundamente.
Confirma a la vez que empieza a besarla mientras que su diestra comienza a subir la tela de su vestido y acariciar su muslo. Candy sonríe y está dispuesta en dejarse hacer como a él le da la gana, que la llene de placer una vez más.