REUNION DE ALUMNOS
Por Astrid Ortiz
CANDY CANDY, La Historia Definitiva está escrita por Keiko Nagita, 2010.
Esta historia es inédita y presentada por primera vez en la Guerra Florida 2024,
escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
***
EPISODIO 9
NOMBRE DE APRENDIZ: CANDY WHITE ARDLAY
Querida Candy:
Probablemente hayas reconocido mi letra en cuanto abriste esta hoja… para cuando la leas, ya estaré fuera de este mundo.
Hace unos años, cuando se corrieron los rumores aquí en Nueva York de que los antiguos estudiantes del Real San Pablo de Londres se encontraban bajo escrutinio público, no pude evitar sentir curiosidad por conocer de lleno todas las interioridades de la institución, pues sabía que Terry, al igual que tú, eran egresados de esa institución. Tanto era mi interés por desvelar los secretos detrás de las paredes del colegio, que, a espaldas de Terry, e incluso de mi madre, aproveché gran parte de esas horas que solía dedicar a la lectura de obras teatrales en la biblioteca de la ciudad para realizar una investigación acerca de la vida dentro del plantel; y mientras Terence pensaba que yo ocupaba ese tiempo para recopilar material para escribir nuevas piezas teatrales (lo cual hice), yo me adentraba, cada vez más, en ese universo que los unió a ustedes dos, así como a sus amigos.
Terence siempre fue muy reservado en lo referente a esa etapa de su vida, y supe que eras tú la razón de tanto misterio… con lo que yo no había contado era con el gran aprecio que sus amigos profesaban por ustedes, incluyendo a ese hombre que se hizo cargo de ti. Así es, Candy… yo sentía que el señor Ardlay estaba entrelazado a las vidas de ustedes, pero pude percibir, a lo largo de mi indagación, que lo que todos han recibido de éste sólo ha sido superado, con creces, por lo que él ha aprendido de ustedes, y es por tal razón que él se encuentra ahora inmerso en esta expedición emocional, donde la sabiduría provista por la experiencia no debe ser motivo para dejar de aprender de otros seres humanos.
Por ironías del destino, mi exploración no sólo condujo a varias bibliotecas, sino también a distintas agencias de educación, las cuales visitaba tomando un coche durante las largas horas de ensayo matutinas de Terry; y fue así como supe que los líderes magisteriales de los Estados Unidos estaban llevando a cabo convocatorias en busca de algún plan remediativo para que aquellos alumnos que hubieran cursado estudios en el San Pablo pudieran continuar con sus vidas, sin inconvenientes ni marginaciones sociales. Mi vida comenzaba a extinguirse como resultado de mis úlceras propias de mi condición… y de mi falta de ejercicio, ya que Terry lo hacía todo por mí; y debido a que no tuve el valor de enfrentar la realidad sobre los sentimientos de él, y mucho menos de liberarlo de su obligación moral para conmigo, no pude sino hallar en esta citación académica una ventana que se abría ante mí, no sólo para resarcir mi egoísmo y cobardía del pasado, sino además para emplazar a todos ustedes a dejar atrás todos los obstáculos que les impedían sincerarse los unos con los otros. Así pues, puse mis cinco sentidos en preparar el mejor plan de trabajo que me fuera posible, no con la experiencia magisterial que se esperaba para la ocasión, sino con el bagaje de los golpes de la vida padecidos por mí, y que claramente pude presenciar en Terry; para ello, intenté contactar a las dos mujeres que eran las máximas autoridades del colegio durante el tiempo que ustedes allí estudiaron, pero la hermana Gray ya había renunciado de la vergüenza al haberse destapado la olla de grillos sobre las hermanas no aptas para ejercer, mientras que la hermana Margaret fue trasladada a una modesta escuelita rural en el interior del país.
Así las cosas, tuve que recurrir a la única salida que me quedaba disponible para lograr presentar un modelo educativo de altura: tu papel como miembro de la familia Ardlay, y más aún, los componentes de la misma, que no eran otros que tus mejores amigos, y también tus peores enemigos, al igual que Patty, a quien también acogieron dentro del grupo… y a medida que seguía conociendo más sobre todos, un cúmulo de emociones se aglomeraba en mi interior, pues cada día que pasaba preparando mi propuesta me sentía más cerca de todos ustedes, hasta ocupar un lugar muy especial en mi corazón, como si hubiera obtenido el privilegio de formar parte de una verdadera y hermosa familia. No obstante, y a pesar de los irrompibles vínculos entre ustedes, me había fijado en que las comunicaciones no eran del todo abiertas entre algunos, teniendo muchas cosas pendientes de aclarar, y que desafortunadamente nunca habrían de resolver por voluntad propia, a lo que resolví que el único modo de conciliar sus fortalezas y debilidades en una misma unidad, sería forzando un encuentro bajo la premisa de que debían aceptar en aras de preservar el buen nombre de sus familias, aunque para ello tuvieran que atravesar por una innecesaria y vergonzosa reivindicación colegial.
Demás está mencionar que mi propuesta fue aceptada, Candy, mas no estaba dispuesta a dejar la misma en manos de los planificadores académicos hasta tanto se cumplieran ciertas condiciones, entre éstas, el no revelar mi identidad hasta que finalizara la operación; y la otra, el aguardar un mínimo de dos años luego de mi muerte para asignar a cada quién sus deberes. ¿La razón? En primer lugar, de haber ustedes sabido con anticipación que yo estaba al mando de este reencuentro, se hubieran negado rotundamente a participar del mismo; y segundo, lo más probable Terry guardaría un tiempo de duelo considerable tras mi partida, y luego iría en tu busca, no porque yo así se lo hubiera sugerido, sino porque nunca dejó de estar enamorado de ti… pero de seguro tú no lo hubieras aceptado de vuelta por sentir que debías mantenerte firme en tu resolución de no procurarlo, aún cuando no hubiera más obstáculos entre ustedes. Fue así como entendí que dos años sería tiempo más que razonable para que entraras en razón sobre la oportunidad que estarías por perder si no aceptas el amor de Terry, tiempo durante el cual se hubieran aclarado tus ideas, por lo que debía asegurarme de que realmente volverían a estar juntos, y fue por eso, entre las razones ya expuestas, que los traje a este lugar.
Candy, mentiría si te expresara que me lancé debajo de aquellos reflectores intencionalmente, pero más me engañaría a mí misma pretendiendo que no obtuve provecho de la situación; y a sabiendas de que mi histriónica reacción en aquel hospital fue una catarsis para ustedes causando el rompimiento entre ambos, me aferré a la esperanza de que Terence aprendiera a verme con otros ojos con el transcurso del tiempo, y que su gran pena por haberte pedido sería compensada posteriormente con mi cariño. ¡Cuánto añoraba que llegara ese día en que correspondiera a mi afecto! Pero conforme pasaron los años, su alma se fue deteriorando a la par con mi cuerpo, y por más que intentaba disimularlo, su abnegación en mi cuidado, sumado al ajetreo de los ensayos y consecuentes presentaciones, lo llenaron de tal agobio que ya no era ni la sombra de lo que una vez había sido. Mi sacrificio al salvarle la vida se había convertido en su sacrificio, con la diferencia de que él se sentiría eternamente en deuda conmigo… y lejos de cortar por lo sano y dejarlo ir, lo mantuve a mi lado, sabiendo a esas alturas que nunca me habría de querer como te ha querido a ti, y lo que era peor… mi corazón latía como incesante recordatorio de que, en algún lugar de Illinois, tú también sufrías en silencio. Ahora, con mi cuerpo bajo tierra, tú y Terry están libres para amarse… y antes que vayas a tomar todo el programa, así como esta carta, como una excusa para reafirmar tu negativa a estar con él, insisto en que, con estas palabras, y contrario a lo que mi celoso, egoísta e inseguro ser hiciera en ese primer y cruel comunicado que te enviara años atrás, te estoy pidiendo perdón por haberlos separado… y te ruego porque regreses con él, no sólo por ti y por lo que sientes, sino también por Terry, ese hombre a quien no supe amar del modo como realmente debía ser amado. Si no lo haces, esta vez no será a causa de las molestias que les he causado, o de mi falta de valor al aguardar por mi muerte para reparar todo el daño que hiciera en vida, sino porque tú misma te niegas a la felicidad. De igual modo, y desde el fondo de mi corazón, pido perdón a todos ustedes por haber sido víctimas de un último y nada ortodoxo proceder de mi persona… deben estar pensando que me siento como una especie de deidad para haberme tomado la atribución de haber tenido las vidas de ustedes en mis manos por un breve instante, aunque me apena decir que tu destino y el de Terry ya habían sido alterados por mi causa. Tanto ustedes dos como todos sus amigos, bienhechores, e incluso los curiosos hermanos Lagan, deben estar maldiciéndome por creer que estoy mal de la cabeza y tengo delirios de grandeza… y tal vez tengan razón. Si no hubiera asumido el rol de actriz aún mientras no estuviera trabajando, si no hubiera visto la vida con tanto drama… aún así me voy con la certeza de haber hecho finalmente algo bueno por todos ustedes, aunque fuera de esta forma tan incómoda y desagradable; pero tienes mi palabra de que, de igual manera, yo también obtuve una gran lección de vida a través de esta experiencia, y mi corazón finalmente se siente absuelto, por lo cual estaré para siempre agradecida con todos, especialmente contigo y Terry, a quienes sigo sin encontrar el modo de pagarles por su infinita compasión y bondad, a pesar de tantos años de adversidades. Me voy de esta tierra con la ilusión de haber hecho finalmente lo que consideraba correcto, y deseo con toda mi alma que esta vez ustedes dos sí sean felices, juntos… como siempre debió de ser.
Con mi más profundo respeto y admiración,
Susana Marlowe.
***
A no ser porque no vestía de uniforme, y porque no se encontraban estudiantes a la vista ese sábado, Candy hubiera sido confundida como una más entre ellos.
Horas después que se despidiera, momentáneamente, de Patty y Annie, se dirigió sin contemplaciones hacia el final del corredor que conducía a los verdosos solares que la hacían sentir como en casa aunque, a decir verdad, su corazón ya rebosaba de gozo conforme iban pasando los minutos luego de haberse llevado a cabo la reunión, dejando atrás la tensión de encontrarse con los Lagan en el reducido espacio del salón, y más aún, la fuerte impresión de volver a ver a Terry.
De entre tantas sorpresas posibles, no contaba con haber sido llevada, casi a la fuerza, a la emblemática institución, y mucho menos que su preciado Bert figurara, también de forma involuntaria, como parte de la ecuación; pero lejos de estar afectada por los acontecimientos, se había dejado llevar, desde entonces, por una inexplicable quietud, como si fuera una voluntad divina el que todos fueran convocados a ese lugar de aprendizaje, ¡y nunca era tarde para conocer algo nuevo! “Es un buen modo de verlo”, dijo entre risas, sintiendo cómo su corazón trepidaba de emoción al avistar lo que ella había denominado la segunda colina de Pony. ‘Es como si el tiempo se hubiera detenido’, pensó maravillada, ya que los parajes lucían inalterados a pesar del tiempo transcurrido. Tomando impulso con sus bien esculpidas piernas, corrió en dirección al gran árbol que con tanto dominio solía trepar, hasta que un crujir de papeles en el bolsillo de su vestido le envió el aviso de que había un asunto pendiente por atender, ¿y qué mejor lugar que el tronco de ese árbol para leer? Sin embargo, y como si éste estuviera arropado en fuego, el sobre comenzaba a arder dentro de su ropa, reclamando ser atendido; y con premura, avanzó hacia una conocida roca cubierta de musgo que bien servía como banquillo, y tomando asiento, develó la carta que cambiaría todo.
No hacía falta saber el contenido para descubrir de quién se trataba; con tan sólo ver la letra, reconoció la identidad del remitente. ¿Y cómo olvidar esa ortografía, cuando aún conservaba la primera misiva que recibiera de la otra, mucho tiempo antes, como constante recordatorio de aquello a lo que ya no debía aspirar? Poco a poco, la sonrisa fue desapareciendo de la faz de su rostro, y cuando al fin terminó, tuvo que sostenerse del espaldar de la roca para no caer. “Te he honrado aún después de muerta, Susana”, lamentó con voz casi inaudible, “¿qué pretendías hacer con esto en realidad… impedir que le hable, aunque en tu carta aparentas pedir lo contrario?” Estaba consciente de las dotes que la fallecida mujer había tenido como actriz, por lo que el programa fácilmente pudo haberse tratado de una bien orquestada obra teatral, producto de una mente confundida y melodramática. “No tenías por qué atormentarme… mucho menos meter a mis amigos y a los Lagan en tus cosas”, reprochó, “¡hace mucho que cerré las puertas de mi corazón!”, y llena de frustración por haber sido engañada en conjunto con el resto del grupo, colocó la cabeza entre sus brazos, y dio rienda suelta a su llanto. Sus lágrimas, que habían sido contenidas demasiado tiempo, ahora salían disparadas de su aporreado corazón, como si sólo hubieran estado a la espera de un nuevo y bajo golpe. En su congoja, no había advertido que un melenudo actor inglés hacía su aparición en la frescura de la colina, y siguió llorando a todo pulmón, ahogando, con toda su pena, cualquier sonido del exterior…
“Candy…”
Con sus lágrimas rodando por su barbilla, ella detuvo su llanto, pero era tal su sobrecogimiento, que aguardó unos segundos a que se calmara su agitada respiración. ¡Apenas podía hablar! Lentamente, abandonó el refugio de sus brazos, y con el miedo y la valentía reunidos en una misma acción, alzó la mirada, buscando, y al mismo tiempo evadiendo, el brillo de aquellos inolvidables ojos zafiros. “¿Tú… lo sabías?”, preguntó con voz cansada, aunque Susana ya le había dado su versión al respecto, pero ya no sabía en qué o en quién creer.
Una sombra de dolor se asomó a los ojos de Terry, mas no tardó en recobrar su compostura; y con una mueca de humor en su rostro indicó: “Me hubiera encantado haberla descubierto con las manos en la masa; así me hubiera sentado con ella en la biblioteca para ayudarla con la edición-“
“¡Esto es serio, mocoso atrevido!” A pesar de la seriedad de la situación, Candy no pudo evitar desenvolverse con él con la misma confianza de antaño… tal y como él expusiera por escrito en los últimos años, nada había cambiado. “¿Qué hubieras hecho en su lugar?”
Fingiendo arrogancia, él cruzó los brazos sobre su pecho. “A ver, a ver… primero le hubiera dicho que se dejara de falsedades y admitiera que realmente lo estaba haciendo para fastidiarnos más la vida-“
“¡Terry!”
“Sabes que no tengo filtros, Tarzán pecosa”, dijo él con zalamería, “tal vez hubiera sido considerado con ella, pero la bondad también tiene límites… y seguro la hubiera mandado al infierno, aunque para ser sinceros, su mediocre y desatinado experimento sí funcionó después de todo”, y al ver que ella lo miraba con desaprobación, explicó: “Debe haber estado muy aburrida para haber ideado semejante ardid, pero más que nada, tuvo que haberse cansado de la vida que llevaba conmigo, como si yo le hubiera dejado de gustar, y sólo me mantenía a su lado por pura costumbre; pero en lo que respecta a nuestros amigos, te has perdido de muchos sucesos interesantes, por no decir graciosos…”
Candy dejó de llorar por completo, atraída, sin remedio, a las palabras del notorio y joven duque. Así era él, impactante, desviando la atención y las miradas a su fascinante ser. “¿Qué ha pasado exactamente?”, preguntó al fin.
Aliviado al ver que la joven se había compuesto un poco, y saboreando la curiosidad que en ella había despertado, él sonrió divertido. “Para empezar, atinó bastante al haberme emparejado con el elegante Cornwell, que ahora me ama”, su sonrisa se convirtió en sonoras carcajadas, que retumbaban como música en los oídos de Candy, “luego Neal se puso a hablar a solas con Albert, en lo que aparentaba ser una orientación de negocios, y al rato éste sale rumbo al hotel donde se hospedaban Annie y Archie para hablar un asunto con ella, y cuando regresó al salón, se mostraba tan animado con sus tiempos en el zoológico-“
Con abundante y renovada alegría, Candy se incorporó en la roca. “¿Y qué pasó después?”
Él la observó con interés. “Pues resulta, Tarzán entrometido, que como parte de su enredo mental, Susana forzó un intercambio entre Patty y Eliza, y ahora resulta que Patricia ha sido contratada por los Lagan para trabajar en el hotel de Florida… y no me sorprendería si a nuestro regreso estén planeando una fiesta o convite antes que nos marchemos de Londres…”
“¿Nuestro regreso?”, repitió ella, con un dejo de intimidad entre ambos; y antes que lograra suprimir el regocijo de hablarle, Terry volvió a tomar la palabra, esta vez sin rodeos. “Te escribí una carta, luego de un tiempo de duelo, aunque debo suponer que la recibiste…”, sus palabras se perdieron en el vacío, y al ver que ella no emitía palabra alguna, continuó: “Sé que sus últimas palabras para nosotros han sido contradictorias, y lo mismo pueden liberarte como volver a esclavizarte…”
“Terry, yo-“
“…pero sólo tú eres dueña de tu camino, y eso incluye tus decisiones.”
Ella lo miró con enfado. “¿Qué quieres decir… que no tengo voluntad propia?”
Terry sonrió con ternura. “Dejaste de tenerla por respeto a Susana, pero ya no tiene que ser así… a menos que ya no sientas lo mismo que antes.”
“Pero yo sí quiero-”, enmudeció de repente, antes de cometer el error de hablar demasiado, a lo que él tomó otra oportunidad de expresarse. “En el día de hoy, muchos imposibles se han convertido en posibles… y si ahora Susana comenzara a revolcarse en su tumba, no sería por culpa de nosotros, sino porque las cosas no resultaron como ella quería, aunque nunca sabremos sus verdaderos motivos, por más cartas que ella hubiera dejado en vida”. Se dio la vuelta para apreciar el paisaje, y Candy no pudo evitar admirar la amplia y ensanchada espalda. “Aquella tarde, luego que te cambiaras de ropa para pasar desapercibida durante el Festival de Mayo, caminamos muy lejos, hasta contemplar la ciudad…”, se giró de modo que ella detectara un resplandor de complicidad en los ojos azules, “¿quieres venir un rato, antes que volvamos a ese salón repleto de locos?”
Como una exquisita pintura, la figura de Terry parecía estamparse en el marco de un cielo que comenzaba a tornarse anaranjado… una magnífica obra de arte. Con sus ojos azul zafiro, Terry había hecho una provocadora, pero muy relevante invitación; no sólo la animaba a disfrutar del atardecer, sino que además le estaba haciendo una oferta de amor, aquélla que con tanta sutileza le hubiera hecho a través de la carta que nunca respondió, por miedo a faltarle a la memoria de Susana, pero ahora… luego de oír, en palabras de él, que los Lagan y los Ardlay, así como Patty, habían sido transformados por todos los sucesos acontecidos, agradeció en silencio a la fenecida actriz por el desenlace de su proyecto; y fue entonces cuando descubrió que tan sólo faltaba un integrante del grupo en reiventarse y vencer sus miedos: ella. ¿Acaso debían importar las motivaciones de Susana para urdir un modelo educativo tan complicado, cuando a todas luces los incomprensibles hermanos Lagan, sus amigas, e incluso su padre adoptivo comenzaban a dar atisbos de un nuevo inicio para todos, donde cada uno habría de poner su grano de arena para salir adelante, juntos, a pesar de las diferencias y adversidades… y qué tal si de veras Susana deseaba, aunque sólo fuera de manera póstuma, que ella y Terry fueran felices? ‘Ya no más’, declaró, con increíble y sorprendente seguridad, ‘si estoy con Terry, no será por complacerla a ella ni a nadie, sino porque deseo hacerlo’, y al verlo una vez más, se armó de la misma determinación que tuvieron los otros para cambiar de rumbo, sin dejar de ser ellos mismos. Mostrando la mejor de sus sonrisas, ella salió al encuentro del hombre con quien ahora estaba dispuesta a enfrentarlo todo, del mismo modo en que el resto había dado cara a sus propias debilidades. “Mocoso insolente”, dijo en un mal fingido puchero, incitándolo a comenzar una nueva aventura, “esta vez no me vuelvas a poner a dar vueltas como un trompo debajo del árbol…”
Luego de haber perdido la esperanza de que ella aceptara un nuevo avance, Terry no podía dar crédito a las palabras de su pecosa, y mucho menos a esa caricia convertida en una mirada… “Te vi, y también te miré”, dijo con emoción; y con deliberada calma, ambos caminaron, lado a lado, rumbo a un colorido y prometedor horizonte.
Probablemente hayas reconocido mi letra en cuanto abriste esta hoja… para cuando la leas, ya estaré fuera de este mundo.
Hace unos años, cuando se corrieron los rumores aquí en Nueva York de que los antiguos estudiantes del Real San Pablo de Londres se encontraban bajo escrutinio público, no pude evitar sentir curiosidad por conocer de lleno todas las interioridades de la institución, pues sabía que Terry, al igual que tú, eran egresados de esa institución. Tanto era mi interés por desvelar los secretos detrás de las paredes del colegio, que, a espaldas de Terry, e incluso de mi madre, aproveché gran parte de esas horas que solía dedicar a la lectura de obras teatrales en la biblioteca de la ciudad para realizar una investigación acerca de la vida dentro del plantel; y mientras Terence pensaba que yo ocupaba ese tiempo para recopilar material para escribir nuevas piezas teatrales (lo cual hice), yo me adentraba, cada vez más, en ese universo que los unió a ustedes dos, así como a sus amigos.
Terence siempre fue muy reservado en lo referente a esa etapa de su vida, y supe que eras tú la razón de tanto misterio… con lo que yo no había contado era con el gran aprecio que sus amigos profesaban por ustedes, incluyendo a ese hombre que se hizo cargo de ti. Así es, Candy… yo sentía que el señor Ardlay estaba entrelazado a las vidas de ustedes, pero pude percibir, a lo largo de mi indagación, que lo que todos han recibido de éste sólo ha sido superado, con creces, por lo que él ha aprendido de ustedes, y es por tal razón que él se encuentra ahora inmerso en esta expedición emocional, donde la sabiduría provista por la experiencia no debe ser motivo para dejar de aprender de otros seres humanos.
Por ironías del destino, mi exploración no sólo condujo a varias bibliotecas, sino también a distintas agencias de educación, las cuales visitaba tomando un coche durante las largas horas de ensayo matutinas de Terry; y fue así como supe que los líderes magisteriales de los Estados Unidos estaban llevando a cabo convocatorias en busca de algún plan remediativo para que aquellos alumnos que hubieran cursado estudios en el San Pablo pudieran continuar con sus vidas, sin inconvenientes ni marginaciones sociales. Mi vida comenzaba a extinguirse como resultado de mis úlceras propias de mi condición… y de mi falta de ejercicio, ya que Terry lo hacía todo por mí; y debido a que no tuve el valor de enfrentar la realidad sobre los sentimientos de él, y mucho menos de liberarlo de su obligación moral para conmigo, no pude sino hallar en esta citación académica una ventana que se abría ante mí, no sólo para resarcir mi egoísmo y cobardía del pasado, sino además para emplazar a todos ustedes a dejar atrás todos los obstáculos que les impedían sincerarse los unos con los otros. Así pues, puse mis cinco sentidos en preparar el mejor plan de trabajo que me fuera posible, no con la experiencia magisterial que se esperaba para la ocasión, sino con el bagaje de los golpes de la vida padecidos por mí, y que claramente pude presenciar en Terry; para ello, intenté contactar a las dos mujeres que eran las máximas autoridades del colegio durante el tiempo que ustedes allí estudiaron, pero la hermana Gray ya había renunciado de la vergüenza al haberse destapado la olla de grillos sobre las hermanas no aptas para ejercer, mientras que la hermana Margaret fue trasladada a una modesta escuelita rural en el interior del país.
Así las cosas, tuve que recurrir a la única salida que me quedaba disponible para lograr presentar un modelo educativo de altura: tu papel como miembro de la familia Ardlay, y más aún, los componentes de la misma, que no eran otros que tus mejores amigos, y también tus peores enemigos, al igual que Patty, a quien también acogieron dentro del grupo… y a medida que seguía conociendo más sobre todos, un cúmulo de emociones se aglomeraba en mi interior, pues cada día que pasaba preparando mi propuesta me sentía más cerca de todos ustedes, hasta ocupar un lugar muy especial en mi corazón, como si hubiera obtenido el privilegio de formar parte de una verdadera y hermosa familia. No obstante, y a pesar de los irrompibles vínculos entre ustedes, me había fijado en que las comunicaciones no eran del todo abiertas entre algunos, teniendo muchas cosas pendientes de aclarar, y que desafortunadamente nunca habrían de resolver por voluntad propia, a lo que resolví que el único modo de conciliar sus fortalezas y debilidades en una misma unidad, sería forzando un encuentro bajo la premisa de que debían aceptar en aras de preservar el buen nombre de sus familias, aunque para ello tuvieran que atravesar por una innecesaria y vergonzosa reivindicación colegial.
Demás está mencionar que mi propuesta fue aceptada, Candy, mas no estaba dispuesta a dejar la misma en manos de los planificadores académicos hasta tanto se cumplieran ciertas condiciones, entre éstas, el no revelar mi identidad hasta que finalizara la operación; y la otra, el aguardar un mínimo de dos años luego de mi muerte para asignar a cada quién sus deberes. ¿La razón? En primer lugar, de haber ustedes sabido con anticipación que yo estaba al mando de este reencuentro, se hubieran negado rotundamente a participar del mismo; y segundo, lo más probable Terry guardaría un tiempo de duelo considerable tras mi partida, y luego iría en tu busca, no porque yo así se lo hubiera sugerido, sino porque nunca dejó de estar enamorado de ti… pero de seguro tú no lo hubieras aceptado de vuelta por sentir que debías mantenerte firme en tu resolución de no procurarlo, aún cuando no hubiera más obstáculos entre ustedes. Fue así como entendí que dos años sería tiempo más que razonable para que entraras en razón sobre la oportunidad que estarías por perder si no aceptas el amor de Terry, tiempo durante el cual se hubieran aclarado tus ideas, por lo que debía asegurarme de que realmente volverían a estar juntos, y fue por eso, entre las razones ya expuestas, que los traje a este lugar.
Candy, mentiría si te expresara que me lancé debajo de aquellos reflectores intencionalmente, pero más me engañaría a mí misma pretendiendo que no obtuve provecho de la situación; y a sabiendas de que mi histriónica reacción en aquel hospital fue una catarsis para ustedes causando el rompimiento entre ambos, me aferré a la esperanza de que Terence aprendiera a verme con otros ojos con el transcurso del tiempo, y que su gran pena por haberte pedido sería compensada posteriormente con mi cariño. ¡Cuánto añoraba que llegara ese día en que correspondiera a mi afecto! Pero conforme pasaron los años, su alma se fue deteriorando a la par con mi cuerpo, y por más que intentaba disimularlo, su abnegación en mi cuidado, sumado al ajetreo de los ensayos y consecuentes presentaciones, lo llenaron de tal agobio que ya no era ni la sombra de lo que una vez había sido. Mi sacrificio al salvarle la vida se había convertido en su sacrificio, con la diferencia de que él se sentiría eternamente en deuda conmigo… y lejos de cortar por lo sano y dejarlo ir, lo mantuve a mi lado, sabiendo a esas alturas que nunca me habría de querer como te ha querido a ti, y lo que era peor… mi corazón latía como incesante recordatorio de que, en algún lugar de Illinois, tú también sufrías en silencio. Ahora, con mi cuerpo bajo tierra, tú y Terry están libres para amarse… y antes que vayas a tomar todo el programa, así como esta carta, como una excusa para reafirmar tu negativa a estar con él, insisto en que, con estas palabras, y contrario a lo que mi celoso, egoísta e inseguro ser hiciera en ese primer y cruel comunicado que te enviara años atrás, te estoy pidiendo perdón por haberlos separado… y te ruego porque regreses con él, no sólo por ti y por lo que sientes, sino también por Terry, ese hombre a quien no supe amar del modo como realmente debía ser amado. Si no lo haces, esta vez no será a causa de las molestias que les he causado, o de mi falta de valor al aguardar por mi muerte para reparar todo el daño que hiciera en vida, sino porque tú misma te niegas a la felicidad. De igual modo, y desde el fondo de mi corazón, pido perdón a todos ustedes por haber sido víctimas de un último y nada ortodoxo proceder de mi persona… deben estar pensando que me siento como una especie de deidad para haberme tomado la atribución de haber tenido las vidas de ustedes en mis manos por un breve instante, aunque me apena decir que tu destino y el de Terry ya habían sido alterados por mi causa. Tanto ustedes dos como todos sus amigos, bienhechores, e incluso los curiosos hermanos Lagan, deben estar maldiciéndome por creer que estoy mal de la cabeza y tengo delirios de grandeza… y tal vez tengan razón. Si no hubiera asumido el rol de actriz aún mientras no estuviera trabajando, si no hubiera visto la vida con tanto drama… aún así me voy con la certeza de haber hecho finalmente algo bueno por todos ustedes, aunque fuera de esta forma tan incómoda y desagradable; pero tienes mi palabra de que, de igual manera, yo también obtuve una gran lección de vida a través de esta experiencia, y mi corazón finalmente se siente absuelto, por lo cual estaré para siempre agradecida con todos, especialmente contigo y Terry, a quienes sigo sin encontrar el modo de pagarles por su infinita compasión y bondad, a pesar de tantos años de adversidades. Me voy de esta tierra con la ilusión de haber hecho finalmente lo que consideraba correcto, y deseo con toda mi alma que esta vez ustedes dos sí sean felices, juntos… como siempre debió de ser.
Con mi más profundo respeto y admiración,
Susana Marlowe.
***
A no ser porque no vestía de uniforme, y porque no se encontraban estudiantes a la vista ese sábado, Candy hubiera sido confundida como una más entre ellos.
Horas después que se despidiera, momentáneamente, de Patty y Annie, se dirigió sin contemplaciones hacia el final del corredor que conducía a los verdosos solares que la hacían sentir como en casa aunque, a decir verdad, su corazón ya rebosaba de gozo conforme iban pasando los minutos luego de haberse llevado a cabo la reunión, dejando atrás la tensión de encontrarse con los Lagan en el reducido espacio del salón, y más aún, la fuerte impresión de volver a ver a Terry.
De entre tantas sorpresas posibles, no contaba con haber sido llevada, casi a la fuerza, a la emblemática institución, y mucho menos que su preciado Bert figurara, también de forma involuntaria, como parte de la ecuación; pero lejos de estar afectada por los acontecimientos, se había dejado llevar, desde entonces, por una inexplicable quietud, como si fuera una voluntad divina el que todos fueran convocados a ese lugar de aprendizaje, ¡y nunca era tarde para conocer algo nuevo! “Es un buen modo de verlo”, dijo entre risas, sintiendo cómo su corazón trepidaba de emoción al avistar lo que ella había denominado la segunda colina de Pony. ‘Es como si el tiempo se hubiera detenido’, pensó maravillada, ya que los parajes lucían inalterados a pesar del tiempo transcurrido. Tomando impulso con sus bien esculpidas piernas, corrió en dirección al gran árbol que con tanto dominio solía trepar, hasta que un crujir de papeles en el bolsillo de su vestido le envió el aviso de que había un asunto pendiente por atender, ¿y qué mejor lugar que el tronco de ese árbol para leer? Sin embargo, y como si éste estuviera arropado en fuego, el sobre comenzaba a arder dentro de su ropa, reclamando ser atendido; y con premura, avanzó hacia una conocida roca cubierta de musgo que bien servía como banquillo, y tomando asiento, develó la carta que cambiaría todo.
No hacía falta saber el contenido para descubrir de quién se trataba; con tan sólo ver la letra, reconoció la identidad del remitente. ¿Y cómo olvidar esa ortografía, cuando aún conservaba la primera misiva que recibiera de la otra, mucho tiempo antes, como constante recordatorio de aquello a lo que ya no debía aspirar? Poco a poco, la sonrisa fue desapareciendo de la faz de su rostro, y cuando al fin terminó, tuvo que sostenerse del espaldar de la roca para no caer. “Te he honrado aún después de muerta, Susana”, lamentó con voz casi inaudible, “¿qué pretendías hacer con esto en realidad… impedir que le hable, aunque en tu carta aparentas pedir lo contrario?” Estaba consciente de las dotes que la fallecida mujer había tenido como actriz, por lo que el programa fácilmente pudo haberse tratado de una bien orquestada obra teatral, producto de una mente confundida y melodramática. “No tenías por qué atormentarme… mucho menos meter a mis amigos y a los Lagan en tus cosas”, reprochó, “¡hace mucho que cerré las puertas de mi corazón!”, y llena de frustración por haber sido engañada en conjunto con el resto del grupo, colocó la cabeza entre sus brazos, y dio rienda suelta a su llanto. Sus lágrimas, que habían sido contenidas demasiado tiempo, ahora salían disparadas de su aporreado corazón, como si sólo hubieran estado a la espera de un nuevo y bajo golpe. En su congoja, no había advertido que un melenudo actor inglés hacía su aparición en la frescura de la colina, y siguió llorando a todo pulmón, ahogando, con toda su pena, cualquier sonido del exterior…
“Candy…”
Con sus lágrimas rodando por su barbilla, ella detuvo su llanto, pero era tal su sobrecogimiento, que aguardó unos segundos a que se calmara su agitada respiración. ¡Apenas podía hablar! Lentamente, abandonó el refugio de sus brazos, y con el miedo y la valentía reunidos en una misma acción, alzó la mirada, buscando, y al mismo tiempo evadiendo, el brillo de aquellos inolvidables ojos zafiros. “¿Tú… lo sabías?”, preguntó con voz cansada, aunque Susana ya le había dado su versión al respecto, pero ya no sabía en qué o en quién creer.
Una sombra de dolor se asomó a los ojos de Terry, mas no tardó en recobrar su compostura; y con una mueca de humor en su rostro indicó: “Me hubiera encantado haberla descubierto con las manos en la masa; así me hubiera sentado con ella en la biblioteca para ayudarla con la edición-“
“¡Esto es serio, mocoso atrevido!” A pesar de la seriedad de la situación, Candy no pudo evitar desenvolverse con él con la misma confianza de antaño… tal y como él expusiera por escrito en los últimos años, nada había cambiado. “¿Qué hubieras hecho en su lugar?”
Fingiendo arrogancia, él cruzó los brazos sobre su pecho. “A ver, a ver… primero le hubiera dicho que se dejara de falsedades y admitiera que realmente lo estaba haciendo para fastidiarnos más la vida-“
“¡Terry!”
“Sabes que no tengo filtros, Tarzán pecosa”, dijo él con zalamería, “tal vez hubiera sido considerado con ella, pero la bondad también tiene límites… y seguro la hubiera mandado al infierno, aunque para ser sinceros, su mediocre y desatinado experimento sí funcionó después de todo”, y al ver que ella lo miraba con desaprobación, explicó: “Debe haber estado muy aburrida para haber ideado semejante ardid, pero más que nada, tuvo que haberse cansado de la vida que llevaba conmigo, como si yo le hubiera dejado de gustar, y sólo me mantenía a su lado por pura costumbre; pero en lo que respecta a nuestros amigos, te has perdido de muchos sucesos interesantes, por no decir graciosos…”
Candy dejó de llorar por completo, atraída, sin remedio, a las palabras del notorio y joven duque. Así era él, impactante, desviando la atención y las miradas a su fascinante ser. “¿Qué ha pasado exactamente?”, preguntó al fin.
Aliviado al ver que la joven se había compuesto un poco, y saboreando la curiosidad que en ella había despertado, él sonrió divertido. “Para empezar, atinó bastante al haberme emparejado con el elegante Cornwell, que ahora me ama”, su sonrisa se convirtió en sonoras carcajadas, que retumbaban como música en los oídos de Candy, “luego Neal se puso a hablar a solas con Albert, en lo que aparentaba ser una orientación de negocios, y al rato éste sale rumbo al hotel donde se hospedaban Annie y Archie para hablar un asunto con ella, y cuando regresó al salón, se mostraba tan animado con sus tiempos en el zoológico-“
Con abundante y renovada alegría, Candy se incorporó en la roca. “¿Y qué pasó después?”
Él la observó con interés. “Pues resulta, Tarzán entrometido, que como parte de su enredo mental, Susana forzó un intercambio entre Patty y Eliza, y ahora resulta que Patricia ha sido contratada por los Lagan para trabajar en el hotel de Florida… y no me sorprendería si a nuestro regreso estén planeando una fiesta o convite antes que nos marchemos de Londres…”
“¿Nuestro regreso?”, repitió ella, con un dejo de intimidad entre ambos; y antes que lograra suprimir el regocijo de hablarle, Terry volvió a tomar la palabra, esta vez sin rodeos. “Te escribí una carta, luego de un tiempo de duelo, aunque debo suponer que la recibiste…”, sus palabras se perdieron en el vacío, y al ver que ella no emitía palabra alguna, continuó: “Sé que sus últimas palabras para nosotros han sido contradictorias, y lo mismo pueden liberarte como volver a esclavizarte…”
“Terry, yo-“
“…pero sólo tú eres dueña de tu camino, y eso incluye tus decisiones.”
Ella lo miró con enfado. “¿Qué quieres decir… que no tengo voluntad propia?”
Terry sonrió con ternura. “Dejaste de tenerla por respeto a Susana, pero ya no tiene que ser así… a menos que ya no sientas lo mismo que antes.”
“Pero yo sí quiero-”, enmudeció de repente, antes de cometer el error de hablar demasiado, a lo que él tomó otra oportunidad de expresarse. “En el día de hoy, muchos imposibles se han convertido en posibles… y si ahora Susana comenzara a revolcarse en su tumba, no sería por culpa de nosotros, sino porque las cosas no resultaron como ella quería, aunque nunca sabremos sus verdaderos motivos, por más cartas que ella hubiera dejado en vida”. Se dio la vuelta para apreciar el paisaje, y Candy no pudo evitar admirar la amplia y ensanchada espalda. “Aquella tarde, luego que te cambiaras de ropa para pasar desapercibida durante el Festival de Mayo, caminamos muy lejos, hasta contemplar la ciudad…”, se giró de modo que ella detectara un resplandor de complicidad en los ojos azules, “¿quieres venir un rato, antes que volvamos a ese salón repleto de locos?”
Como una exquisita pintura, la figura de Terry parecía estamparse en el marco de un cielo que comenzaba a tornarse anaranjado… una magnífica obra de arte. Con sus ojos azul zafiro, Terry había hecho una provocadora, pero muy relevante invitación; no sólo la animaba a disfrutar del atardecer, sino que además le estaba haciendo una oferta de amor, aquélla que con tanta sutileza le hubiera hecho a través de la carta que nunca respondió, por miedo a faltarle a la memoria de Susana, pero ahora… luego de oír, en palabras de él, que los Lagan y los Ardlay, así como Patty, habían sido transformados por todos los sucesos acontecidos, agradeció en silencio a la fenecida actriz por el desenlace de su proyecto; y fue entonces cuando descubrió que tan sólo faltaba un integrante del grupo en reiventarse y vencer sus miedos: ella. ¿Acaso debían importar las motivaciones de Susana para urdir un modelo educativo tan complicado, cuando a todas luces los incomprensibles hermanos Lagan, sus amigas, e incluso su padre adoptivo comenzaban a dar atisbos de un nuevo inicio para todos, donde cada uno habría de poner su grano de arena para salir adelante, juntos, a pesar de las diferencias y adversidades… y qué tal si de veras Susana deseaba, aunque sólo fuera de manera póstuma, que ella y Terry fueran felices? ‘Ya no más’, declaró, con increíble y sorprendente seguridad, ‘si estoy con Terry, no será por complacerla a ella ni a nadie, sino porque deseo hacerlo’, y al verlo una vez más, se armó de la misma determinación que tuvieron los otros para cambiar de rumbo, sin dejar de ser ellos mismos. Mostrando la mejor de sus sonrisas, ella salió al encuentro del hombre con quien ahora estaba dispuesta a enfrentarlo todo, del mismo modo en que el resto había dado cara a sus propias debilidades. “Mocoso insolente”, dijo en un mal fingido puchero, incitándolo a comenzar una nueva aventura, “esta vez no me vuelvas a poner a dar vueltas como un trompo debajo del árbol…”
Luego de haber perdido la esperanza de que ella aceptara un nuevo avance, Terry no podía dar crédito a las palabras de su pecosa, y mucho menos a esa caricia convertida en una mirada… “Te vi, y también te miré”, dijo con emoción; y con deliberada calma, ambos caminaron, lado a lado, rumbo a un colorido y prometedor horizonte.
PRINCIPIO
Técnicamente esta historia termina aquí; pero si eres fan de Terry y te gustan las historias hot, puedes encontrar un final alternativo en el Lado Oscuro... gracias a quienes leyeron, y muy especialmente a aquéllos que nos han hecho echarle aún más ganas a nuestra participación, saludos
Última edición por Eiffel el Sáb Mayo 04, 2024 6:39 pm, editado 3 veces