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Buenas noches a todas las lectoras, las saluda Carmín Castle, acompañada por las Guerreras apasionadas de Terry, en esta ocasión para un nuevo capítulo de Karma.
Les deseo dulces sueños.
Capítulo 8
Tormento y sacrificio
Les deseo dulces sueños.
Capítulo 8
Tormento y sacrificio
Candy al volver a la estación ya no vio a sus nuevos amigos.
De nuevo sintió un dejó de tristeza y soledad.
Pero con el anhelo de iniciar de nuevo.
Candy volvió al hospital, sabía que tendría probablemente problemas con Flammy y que iría directo a su reporte trimestral de calificaciones, pero realmente no le importaba, había visto a Terry, volvió en un coche de alquiler y al llegar preguntó por la joven Walker.
_ ¿Linda Walker? _ pregunto la enfermera de turno. Pero no había ninguna persona que tuviera registros con ese nombre.
Candy se quedó contrariada, pero la emoción de ver a Terry de nuevo era más fuerte que todo.
_ Tal vez entendí mal su nombre, espero verla de nuevo._ Mientras la vida para Candy era de una dulce primavera, para Susana un otoño anunciando un invierno que comenzaba.
Susana vio con pena y desilusión como el rostro frío serio y apagado de Terry cambió a uno brillante y luminoso. No le negó a Candy y menos quién era ella en su vida. Le contó de cómo la conoció en Inglaterra, de qué familia provenía lo que perturbó sobré maneras a Susana y de ver que estaba feliz de encontrarla de nuevo. Susana veía sinceridad en los ojos de Terry. Esto la hizo tener el peor viaje de su vida.
Aparte de que en el camarote constantemente veía pasar a aquel extraño hombre que vio esa noche.
Cuando quería mostrárselo a alguien o incluso hablarle, ya no estaba. También en una de las paradas vio en uno de los tocadores de mujeres una Dama la misma que vio con Candy, con otro vestido igual que su madre ella salió junto con otras chicas pero al salir hasta la puerta solo vio a las jovencitas pero no a la dama que las acompañaba.
Al llegar a New York tuvo algo de alergia al ver a su madre ahí de pié, estoica, esperándola. Su viaje había sido agotador, incluso se sentó al lado de la dama de vestuario cosa que extraño a todos ya que siempre estaba al lado de Terry. Pero estaba harta de que le hablará de Candy y todo lo que vivieron juntos.
Aún con el tren en movimiento se paró y se acercó a la puerta para bajar. Deseaba desesperadamente estar en los brazos de su madre.
Susana saltó del tren y se lanzó a los brazos de su madre como cuando era una pequeña niña.
La mujer sintió que Susana temblaba como un pequeño asustado.
_ Te extrañé tanto madre. _ Susana escondía su rostro en su cuello.
La mujer sabía que algo no estaba bien.
_ ¿Qué pasó acaso?_ vio como los demás comenzaban a bajar miró que Robert y Terry eran los últimos. La mujer estaba molesta, algo le pasó a su Susi y debían explicarle.
_ ¡Mi equipaje!_ Susana levantó su cabeza asustada.
_ Aquí está Susana. _ Terry se acercó a ella con sus pertenecías.
_ ¿Qué le pasó a mí hija, Terry?_ indaga la mujer.
_ Nada, madre, solo te extraño, eso es todo._ Susana miró a Terry y le agradeció por llevarle el equipaje.
_ Vamos madre. Amelia llamó al cochero para que llevara las maletas.
Pero al ir a montarse un hombre estaba tomando otro coche, la dama ya estaba arriba pero alcanzó a ver un poco su silueta, pero se petrificó al ver aquel hombre.
_¿Filip?_ Fue su voz sorprendida de Amelia, mirando al hombre que saludándola con un asentimiento de cabeza se subió al coche, dejando a Amelia paralizada.
Ella subió en un mutismo total y se sentó al lado de Susana y se fueron en un total silencio.
Al estar en casa, Susana se bañó en lágrimas contándole a su madre todo lo ocurrido.
_ Está enamorado de alguien más. Es de Chicago, una enfermera._ dijo ella.
Amelia en un total silencio, con ella recostada en sus piernas, escuchaba a Susana contarle todo, quién era, de donde era, como la conoció Terry.
_Se llama Candy._ Dijo Susana en medio de lágrimas. Amelia la miró.
_ ¿Candy?_ Amelia la levantó.
_ Si, así se llama, no es educada, ni hermosa, es una chica muy común, Terry dijo que es de buena familia pero estoy segura que miente. De hecho estaba mal vestida y despeinada, Incluso sucia. Se ve de nivel bajo. Debo decir que si tiene unos bonitos ojos verdes, pero nada más extraordinario.
_ ¿Candy?¿ojos verdes?_ Amelía se quedó metida en su mente.
_ madre ayude, que debo hacer para conquistarlo, yo lo amo y temo perderlo por la mujercita esa, la tal Candy._ Susana se sentó al lado de su madre suplicante y está solo la miró y se quedó en silencio.
Sintió que su historia se repetía, y no soportaba ver a la única persona que quería sufrir.
_ Tranquila hija, ya hallaremos la forma de que él se quede contigo, de eso me encargo yo._ Dijo esto segura.
Pero tú debes estar siempre a su lado, dejaré que lo visites a solas, él debe verse comprometido contigo. Me dirás todo lo que él haga y yo te diré cómo proceder._
Susana solo asintió.
Los días para Terry y Candy fueron de luz y calor.
Lo contrario para Susana que no lograba tener la atención de Terry más allá de la actuación, comenzó a visitarlo a solas en su apartamento pero él solo la invitaba a una cafetería o al teatro o solo se disculpaba en que no podía atenderla.
Y estaba cansada y decaída. En las noches comenzó a sentir y ver sombras que caminaban las veía debajo de su puerta, murmullos, y el llanto de un bebé. Una mujer que tarareaba una canción de cuna. Era el constante en las noches.
Se levantaba y prendía la luz y no había nadie. Y la dejaban prendida y la apagaban de nuevo.
Pero solo era mientras dormía, si estaba ensayando o leyendo o escribiendo nada pasaba, solo cuando se acostaba. Así que sus noches se volvieron cada vez más largas, y pasaba su tiempo más corto descansando, si dormía los sueños extraños la acompañaban.
Viéndose cansada, malhumorada, marchita. Se dormía en el teatro con facilidad. Y tenía falta de concentración haciéndola cometer horrores, recibiendo constantes llamados de atención de Robert y dándole paso libre a Karen.
Una mañana en la que Susana entraba al edificio de Terry vio como el portero organizaba las cartas de los habitantes.
_ Señorita disculpe, ¿usted es algo del señor Terry? Preguntó el hombre.
_ Si, yo soy su novia y compañera de teatro._ Susana dijo esto algo apenada.
_ Entiendo, el hombre se vio algo escandalizado de que la joven visitará solo a su novio, pero eran artistas y esa clase de personas eran muy extraños.
_ ¿Puede entregarle está carta?_ El hombre la extendió.
_ Susana se quedó ahí mirando el remitente de Chicago.
Candy White Adlay.
Su rostro se quedó serio.
_ Gracias de hecho estás cartas son para mí. Solo que me llegan al domicilio de mi novio. _ Susana la tomó.
_ De hecho, si puede me las entrega a mí que yo vengo a diario._ Dijo ella.
_No lo sé señorita._ el hombre se rascó su cabeza confundido.
Le informaré a Terry que yo estoy reclamando mi correspondencia. _ Susana se adentro ante la mirada del el portero.
Minutos después vio a Terry y la joven salir. El hombre lo dejó pasar y desde ese día, toda carta que llegaba de Candy eran entregadas a Susana.
Susana comenzó a ver cómo su compañero y amor de a poco decayó de nuevo, era algo que no le gustaba, quería verlo feliz, pero por ella, no por alguien más. Pero su corazón y mente en ocasiones le jugaba malas pasadas, y al ver a Terry en la azotea con la armónica con melancolía como antes Susana no aguanto y le confesó que ella tenía sus cartas.
Pero al tiempo esa noche tomó valor de decirle lo que sentía, estaba cansada y triste, quería algo que la hiciera feliz, su actuación sentía que había desmejorado, y solo quería sacar cómo se sentía, todo lo que llevaba adentro, y le confesó a Terry sus sentimientos, estaba harta de intentar tener un acercamiento sin éxito.
Quería saber qué sentía su compañero de tablas por ella.
_Me gustas Susana… pero…_ Susana se tapó sus oídos no quería escuchar una negativa no lo aceptaría.
Esa noche para Susana era de dolor y consuelo, sabía que no era lo que quería escuchar, pero al menos le gustaba, era un paso para el amor, quería pensarlo así.
Esa noche las voces en su cabeza la empezaron a atormentar, la imagen de una mujer igual a Candy rodaba la noche en especial las afueras de su cuarto cantando una canción de cuna.
La imagen de su padre en el estudio o en el jardín mirándola a través de la ventana de su cuarto era el constante.
Susana no contaba esto a nadie ya que temía que la tratarán de loca, ni a su madre, ella sería la primera reprocharle y exigirle silencio.
Pero lo peor fue un día que pasaba rumbo a su camerino Vio de reojo un hombre sentado donde usualmente se solía sentar Robert. Ella volteó para preguntarle algo del papel pero no era el, de hecho no había nadie.
Susana se estremeció ya que sabía que alguien estaba ahí. Llenado de inmediato al camerino para tratar de calmar la impresión que tuvo.
La actriz estaba perdiendo peso, se midió el vestido de Julieta y tenían que hacerle algunos ajustes así que fue en busca de la modista.
Pero llegando al camerino una tonada le hizo erizar su piel, era la misma melodía de la canción de cuna afuera de su cuarto. Susana no quería abrir, se asomó por la rendija de la puerta y vio que era la misma mujer, con un suave cabello ondulado rubio, y con un vestido azul turquesa que su madre usaba ya que le gustaba como se le veía ese color.
Susana tapó su boca ahogó un gemido de espanto, esa mujer desde la noche en que conoció a Candy la perseguía.
Estaba en pánico y lo peor era que no tenía a quien decirle.
Luego comenzó a soñar con Terry muerto, la sangre lo cubría. Susana ya no pasaba de dormir un par de horas.
Amelia no estaba mejor. Ella también veía una y otra vez a él hombre que ella destruyó en las afueras de su casa, pero debía callar, no podía asustar a su hija, no debía decirle nada, era su infierno y ella lo llevaría sola.
Los sueños de ver a su padre y esa mujer cesaron pero no por unos mucho mejores, veía a Terry de mil maneras muriendo.
Y ella nunca lograba salvarlo.
Su mente estaba hecha un caos y más al ser la nueva Julieta con la molestia de sus compañeros, Robert tuvo que aceptar que fuera ella ya que tenía un contrato y Amelia se lo recordó.
Karen era la nueva favorita de todos.
A la ojiazul la pena la invadió al saber que Terry había mandado a traer a Candy al estreno ya no quería sufrir más, sentía que desde ese maldito viaje a Chicago su vida había cambiado por completo. Ella era feliz en su casa, amaba su casa, amaba el teatro así ya no fueran ya socias de este.
Amaba actuar, pero ya se le dificulta actuar, concentrarse, y ahora el saber que Terry seguía empecinado con la enfermera Candy y que ella sería quien estaría a su lado la noche del estreno, eso la tenía llena de dolor y decepción. Sumando a sus sueños de su muerte, la de su amado.
Una noche donde todos estaban cansados y repetían la escena una y otra vez ya que ella no lograba hacerla de la forma correcta, teniendo a todos molestos, Susana veía personas caminar todo el tiempo en las vigas del techo, sombras, siluetas, de pronto mientras trataba de concertarse, vio como una luz se mecía y alguien moviéndola.
Miró la luz que bailaba sobre Terry. Y como nadie estaba notando nada mejor se quedó callada, era un juego más de su mente. Se repetía.
Hasta que el estruendo sonó. Todos enmudecieron y Terry se petrificó viendo cómo la lámpara con su enorme brazo cedió bajo su cuerpo al igual que todos lo vieron.
Susana corrió, ese era su sueño, Terry moriría ante sus ojos, ellos lo matarían, las sombras lo harían, eso no pasaría.
Susana corrió y empujó a Terry sin medir las consecuencias. Su mente finalmente se apagó. Silencio al fin. Descansó, mi cabeza ya no duele, mi mente ya no divaga, ellos no ganaron. Fueron los últimos pensamientos de Susana.
_ ¿Susana aquí estás?_
De nuevo sintió un dejó de tristeza y soledad.
Pero con el anhelo de iniciar de nuevo.
Candy volvió al hospital, sabía que tendría probablemente problemas con Flammy y que iría directo a su reporte trimestral de calificaciones, pero realmente no le importaba, había visto a Terry, volvió en un coche de alquiler y al llegar preguntó por la joven Walker.
_ ¿Linda Walker? _ pregunto la enfermera de turno. Pero no había ninguna persona que tuviera registros con ese nombre.
Candy se quedó contrariada, pero la emoción de ver a Terry de nuevo era más fuerte que todo.
_ Tal vez entendí mal su nombre, espero verla de nuevo._ Mientras la vida para Candy era de una dulce primavera, para Susana un otoño anunciando un invierno que comenzaba.
Susana vio con pena y desilusión como el rostro frío serio y apagado de Terry cambió a uno brillante y luminoso. No le negó a Candy y menos quién era ella en su vida. Le contó de cómo la conoció en Inglaterra, de qué familia provenía lo que perturbó sobré maneras a Susana y de ver que estaba feliz de encontrarla de nuevo. Susana veía sinceridad en los ojos de Terry. Esto la hizo tener el peor viaje de su vida.
Aparte de que en el camarote constantemente veía pasar a aquel extraño hombre que vio esa noche.
Cuando quería mostrárselo a alguien o incluso hablarle, ya no estaba. También en una de las paradas vio en uno de los tocadores de mujeres una Dama la misma que vio con Candy, con otro vestido igual que su madre ella salió junto con otras chicas pero al salir hasta la puerta solo vio a las jovencitas pero no a la dama que las acompañaba.
Al llegar a New York tuvo algo de alergia al ver a su madre ahí de pié, estoica, esperándola. Su viaje había sido agotador, incluso se sentó al lado de la dama de vestuario cosa que extraño a todos ya que siempre estaba al lado de Terry. Pero estaba harta de que le hablará de Candy y todo lo que vivieron juntos.
Aún con el tren en movimiento se paró y se acercó a la puerta para bajar. Deseaba desesperadamente estar en los brazos de su madre.
Susana saltó del tren y se lanzó a los brazos de su madre como cuando era una pequeña niña.
La mujer sintió que Susana temblaba como un pequeño asustado.
_ Te extrañé tanto madre. _ Susana escondía su rostro en su cuello.
La mujer sabía que algo no estaba bien.
_ ¿Qué pasó acaso?_ vio como los demás comenzaban a bajar miró que Robert y Terry eran los últimos. La mujer estaba molesta, algo le pasó a su Susi y debían explicarle.
_ ¡Mi equipaje!_ Susana levantó su cabeza asustada.
_ Aquí está Susana. _ Terry se acercó a ella con sus pertenecías.
_ ¿Qué le pasó a mí hija, Terry?_ indaga la mujer.
_ Nada, madre, solo te extraño, eso es todo._ Susana miró a Terry y le agradeció por llevarle el equipaje.
_ Vamos madre. Amelia llamó al cochero para que llevara las maletas.
Pero al ir a montarse un hombre estaba tomando otro coche, la dama ya estaba arriba pero alcanzó a ver un poco su silueta, pero se petrificó al ver aquel hombre.
_¿Filip?_ Fue su voz sorprendida de Amelia, mirando al hombre que saludándola con un asentimiento de cabeza se subió al coche, dejando a Amelia paralizada.
Ella subió en un mutismo total y se sentó al lado de Susana y se fueron en un total silencio.
Al estar en casa, Susana se bañó en lágrimas contándole a su madre todo lo ocurrido.
_ Está enamorado de alguien más. Es de Chicago, una enfermera._ dijo ella.
Amelia en un total silencio, con ella recostada en sus piernas, escuchaba a Susana contarle todo, quién era, de donde era, como la conoció Terry.
_Se llama Candy._ Dijo Susana en medio de lágrimas. Amelia la miró.
_ ¿Candy?_ Amelia la levantó.
_ Si, así se llama, no es educada, ni hermosa, es una chica muy común, Terry dijo que es de buena familia pero estoy segura que miente. De hecho estaba mal vestida y despeinada, Incluso sucia. Se ve de nivel bajo. Debo decir que si tiene unos bonitos ojos verdes, pero nada más extraordinario.
_ ¿Candy?¿ojos verdes?_ Amelía se quedó metida en su mente.
_ madre ayude, que debo hacer para conquistarlo, yo lo amo y temo perderlo por la mujercita esa, la tal Candy._ Susana se sentó al lado de su madre suplicante y está solo la miró y se quedó en silencio.
Sintió que su historia se repetía, y no soportaba ver a la única persona que quería sufrir.
_ Tranquila hija, ya hallaremos la forma de que él se quede contigo, de eso me encargo yo._ Dijo esto segura.
Pero tú debes estar siempre a su lado, dejaré que lo visites a solas, él debe verse comprometido contigo. Me dirás todo lo que él haga y yo te diré cómo proceder._
Susana solo asintió.
Los días para Terry y Candy fueron de luz y calor.
Lo contrario para Susana que no lograba tener la atención de Terry más allá de la actuación, comenzó a visitarlo a solas en su apartamento pero él solo la invitaba a una cafetería o al teatro o solo se disculpaba en que no podía atenderla.
Y estaba cansada y decaída. En las noches comenzó a sentir y ver sombras que caminaban las veía debajo de su puerta, murmullos, y el llanto de un bebé. Una mujer que tarareaba una canción de cuna. Era el constante en las noches.
Se levantaba y prendía la luz y no había nadie. Y la dejaban prendida y la apagaban de nuevo.
Pero solo era mientras dormía, si estaba ensayando o leyendo o escribiendo nada pasaba, solo cuando se acostaba. Así que sus noches se volvieron cada vez más largas, y pasaba su tiempo más corto descansando, si dormía los sueños extraños la acompañaban.
Viéndose cansada, malhumorada, marchita. Se dormía en el teatro con facilidad. Y tenía falta de concentración haciéndola cometer horrores, recibiendo constantes llamados de atención de Robert y dándole paso libre a Karen.
Una mañana en la que Susana entraba al edificio de Terry vio como el portero organizaba las cartas de los habitantes.
_ Señorita disculpe, ¿usted es algo del señor Terry? Preguntó el hombre.
_ Si, yo soy su novia y compañera de teatro._ Susana dijo esto algo apenada.
_ Entiendo, el hombre se vio algo escandalizado de que la joven visitará solo a su novio, pero eran artistas y esa clase de personas eran muy extraños.
_ ¿Puede entregarle está carta?_ El hombre la extendió.
_ Susana se quedó ahí mirando el remitente de Chicago.
Candy White Adlay.
Su rostro se quedó serio.
_ Gracias de hecho estás cartas son para mí. Solo que me llegan al domicilio de mi novio. _ Susana la tomó.
_ De hecho, si puede me las entrega a mí que yo vengo a diario._ Dijo ella.
_No lo sé señorita._ el hombre se rascó su cabeza confundido.
Le informaré a Terry que yo estoy reclamando mi correspondencia. _ Susana se adentro ante la mirada del el portero.
Minutos después vio a Terry y la joven salir. El hombre lo dejó pasar y desde ese día, toda carta que llegaba de Candy eran entregadas a Susana.
Susana comenzó a ver cómo su compañero y amor de a poco decayó de nuevo, era algo que no le gustaba, quería verlo feliz, pero por ella, no por alguien más. Pero su corazón y mente en ocasiones le jugaba malas pasadas, y al ver a Terry en la azotea con la armónica con melancolía como antes Susana no aguanto y le confesó que ella tenía sus cartas.
Pero al tiempo esa noche tomó valor de decirle lo que sentía, estaba cansada y triste, quería algo que la hiciera feliz, su actuación sentía que había desmejorado, y solo quería sacar cómo se sentía, todo lo que llevaba adentro, y le confesó a Terry sus sentimientos, estaba harta de intentar tener un acercamiento sin éxito.
Quería saber qué sentía su compañero de tablas por ella.
_Me gustas Susana… pero…_ Susana se tapó sus oídos no quería escuchar una negativa no lo aceptaría.
Esa noche para Susana era de dolor y consuelo, sabía que no era lo que quería escuchar, pero al menos le gustaba, era un paso para el amor, quería pensarlo así.
Esa noche las voces en su cabeza la empezaron a atormentar, la imagen de una mujer igual a Candy rodaba la noche en especial las afueras de su cuarto cantando una canción de cuna.
La imagen de su padre en el estudio o en el jardín mirándola a través de la ventana de su cuarto era el constante.
Susana no contaba esto a nadie ya que temía que la tratarán de loca, ni a su madre, ella sería la primera reprocharle y exigirle silencio.
Pero lo peor fue un día que pasaba rumbo a su camerino Vio de reojo un hombre sentado donde usualmente se solía sentar Robert. Ella volteó para preguntarle algo del papel pero no era el, de hecho no había nadie.
Susana se estremeció ya que sabía que alguien estaba ahí. Llenado de inmediato al camerino para tratar de calmar la impresión que tuvo.
La actriz estaba perdiendo peso, se midió el vestido de Julieta y tenían que hacerle algunos ajustes así que fue en busca de la modista.
Pero llegando al camerino una tonada le hizo erizar su piel, era la misma melodía de la canción de cuna afuera de su cuarto. Susana no quería abrir, se asomó por la rendija de la puerta y vio que era la misma mujer, con un suave cabello ondulado rubio, y con un vestido azul turquesa que su madre usaba ya que le gustaba como se le veía ese color.
Susana tapó su boca ahogó un gemido de espanto, esa mujer desde la noche en que conoció a Candy la perseguía.
Estaba en pánico y lo peor era que no tenía a quien decirle.
Luego comenzó a soñar con Terry muerto, la sangre lo cubría. Susana ya no pasaba de dormir un par de horas.
Amelia no estaba mejor. Ella también veía una y otra vez a él hombre que ella destruyó en las afueras de su casa, pero debía callar, no podía asustar a su hija, no debía decirle nada, era su infierno y ella lo llevaría sola.
Los sueños de ver a su padre y esa mujer cesaron pero no por unos mucho mejores, veía a Terry de mil maneras muriendo.
Y ella nunca lograba salvarlo.
Su mente estaba hecha un caos y más al ser la nueva Julieta con la molestia de sus compañeros, Robert tuvo que aceptar que fuera ella ya que tenía un contrato y Amelia se lo recordó.
Karen era la nueva favorita de todos.
A la ojiazul la pena la invadió al saber que Terry había mandado a traer a Candy al estreno ya no quería sufrir más, sentía que desde ese maldito viaje a Chicago su vida había cambiado por completo. Ella era feliz en su casa, amaba su casa, amaba el teatro así ya no fueran ya socias de este.
Amaba actuar, pero ya se le dificulta actuar, concentrarse, y ahora el saber que Terry seguía empecinado con la enfermera Candy y que ella sería quien estaría a su lado la noche del estreno, eso la tenía llena de dolor y decepción. Sumando a sus sueños de su muerte, la de su amado.
Una noche donde todos estaban cansados y repetían la escena una y otra vez ya que ella no lograba hacerla de la forma correcta, teniendo a todos molestos, Susana veía personas caminar todo el tiempo en las vigas del techo, sombras, siluetas, de pronto mientras trataba de concertarse, vio como una luz se mecía y alguien moviéndola.
Miró la luz que bailaba sobre Terry. Y como nadie estaba notando nada mejor se quedó callada, era un juego más de su mente. Se repetía.
Hasta que el estruendo sonó. Todos enmudecieron y Terry se petrificó viendo cómo la lámpara con su enorme brazo cedió bajo su cuerpo al igual que todos lo vieron.
Susana corrió, ese era su sueño, Terry moriría ante sus ojos, ellos lo matarían, las sombras lo harían, eso no pasaría.
Susana corrió y empujó a Terry sin medir las consecuencias. Su mente finalmente se apagó. Silencio al fin. Descansó, mi cabeza ya no duele, mi mente ya no divaga, ellos no ganaron. Fueron los últimos pensamientos de Susana.
_ ¿Susana aquí estás?_
....detesto que Susanna siempre minimice a Candy de pueblerina para abajo y ¿Terry que tanto frenó su amistad con Susanna?! .... 
